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Debo actualizar el PC o ha llegado el momento de comprar un equipo nuevo: guía definitiva con todo lo que debes saber para acertar
Es una de las preguntas más importantes y más complicadas que todos hemos tenido que hacernos en más de una ocasión, ¿debo actualizar el PC o es mejor que opte por comprar un equipo nuevo? No hay una respuesta universal para esa pregunta, ya que depende de cada caso en concreto, de la situación en la que nos encontremos, y también de los objetivos que tengamos.
Actualizar el PC nos permite cambiar uno o varios componentes, pero sin alterar de forma sustancial la configuración del mismo. Por ejemplo, cambiar una unidad HDD por un SSD, sustituir la tarjeta gráfica por un modelo superior o comprar un nuevo procesador que podremos utilizar sin tener que cambiar de placa base entran dentro de la idea que todos tenemos de actualizar el PC.
También podríamos entender como tal el cambio de más de un componente, siempre que no implique un cambio total o casi total de las piezas que lo forman. Bien, ¿y qué debemos entender por comprar un equipo nuevo? En sentido estricto la definición es clara y simple, comprar un PC completo nuevo o las piezas para montarlo, pero también hay actualizaciones de componentes que, cuando son muy marcadas, se pueden interpretar también como una renovación casi total del equipo.
Por ejemplo, cambiar los componentes principales como el procesador, la placa base, la memoria RAM, la tarjeta gráfica y la unidad de almacenamiento equivale prácticamente a comprar un equipo nuevo. Mantenemos el chasis y la fuente de alimentación, pero todo lo demás es nuevo. Hemos hecho una sustitución total de casi todos los componentes básicos del PC.
Esta explicación nos permite entender de manera sencilla qué conceptos vamos a manejar en esta guía. Actualizar el PC es sinónimo de cambiar uno o dos componentes con el objetivo de dar una segunda vida a nuestra configuración, mientras que comprar un equipo nuevo puede traducirse también por un cambio casi total de las piezas de nuestro PC.
¿Qué nos lleva a querer actualizar el PC?
Es una de las preguntas más importantes que debemos responder. En general la principal razón por la que sentimos que debemos actualizar el PC es un rendimiento insuficiente, un concepto que, obviamente, tiene un marcado carácter subjetivo, y es que lo que para mi puede ser un rendimiento demasiado bajo para otra persona puede no serlo, y al revés.
Otras razones por las que podemos sentir que necesitamos actualizar el PC son la falta de capacidad de almacenamiento, la incapacidad para utilizar un determinado componente por falta de espacio, de capacidad de refrigeración o de potencia, y las incompatibilidades o falta de soporte con determinadas aplicaciones. Lo entenderemos mejor con algunos ejemplos:
- Cuando nuestra tarjeta gráfica todavía rinde bien pero no soporta APIs avanzadas y ya no podemos mover juegos actuales (un caso muy marcado fue el que sufrió la GTX 295, que no soportaba DirectX 11).
- Queremos montar una nueva tarjeta gráfica, pero nuestra fuente de alimentación no puede moverla con garantías, así que primero tenemos que cambiar la fuente.
- Vamos a cambiar el procesador, pero el ventilador que tenemos no es suficiente para mantenerlo bajo control.
- Tenemos nueva memoria RAM, pero el ventilador que usamos es muy grande y choca con los nuevos módulos, lo que nos obligará a cambiarlo.
- No tenemos espacio suficiente en el chasis para montar una nueva tarjeta gráfica de alto rendimiento.
- Nuestro SSD rinde bien, pero se nos ha quedado pequeño y necesitamos otra unidad de almacenamiento.
Como podemos ver hay muchas razones que pueden motivarnos a realizar una actualización parcial, no todo se limita a la falta de rendimiento de un determinado componente. Sin embargo, no siempre es posible conseguir resultados óptimos cambiando unos pocos componentes, cuando esto ocurre podemos decir que ha llegado el momento en el lo mejor que podemos hacer llevar a cabo una renovación completa, o adquirir un PC nuevo.
¿Cuándo es buena idea actualizar el PC y cuando no?
Es buena idea actualizar el PC cuando al cambiar uno o varios componentes vamos a disfrutar de una mejora notable a nivel de rendimiento, de experiencia de uso o de prestaciones. Esto es posible, normalmente, con equipos que no tienen muchos años encima, aunque al final dependerá de nuestros objetivos y de nuestro presupuesto.
No es buena idea actualizar el PC cuando no vamos a lograr un resultado óptimo, o cuando no vamos a poder rentabilizar bien la inversión. En estos casos es mejor considerar una renovación completa o la compra de un equipo nuevo.
Para que se entienda mejor esta idea vamos a ver ejemplos concretos en los que sería una buena idea actualizar el PC, y dentro de esos mismos ejemplos el caso opuesto, es decir, cuando no sería recomendable.
Rendimiento insuficiente en juegos
En este caso lo normal es que tengamos que cambiar la tarjeta gráfica. Hace unas semanas os contamos en esta guía cuándo es buena idea actualizar dicho componente y qué baremos debemos tener en cuenta para acertar, así que os recomiendo echarle un vistazo si tenéis algún tipo de duda en este sentido.
Cambiar la tarjeta gráfica nos ofrecerá una mejora importante de rendimiento siempre que el resto de los componentes estén a la altura. Así, si cambiamos dicho componente pero el procesador no es capaz de trabajar al ritmo que requiere nuestra nueva tarjeta gráfica tendremos un cuello de botella importante, y lo mismo podría ocurrir si la memoria RAM que tenemos es insuficiente, o si la fuente de alimentación no es capaz de alimentarla.
Si podemos cambiar el procesador y ampliar la RAM sería buena idea actualizar el PC. Está claro que sería una renovación importante de componentes, pero se mantendría la base del mismo. Por contra, si tenemos que cambiar también la fuente y el chasis porque no tiene espacio suficiente sería mejor considerar la compra de un equipo nuevo o, en su defecto, una renovación completa.
En aquellos casos en los que sea posible cambiar procesador y RAM pero esto no sea suficiente para eliminar ese cuello de botella también deberíamos considerar una renovación completa, ya que el resultado que obtendremos al actualizar no será óptimo.
Imposibilidad de ejecutar determinadas aplicaciones
Nos encontramos ante una situación más grave que la anterior, puesto que no se trata de un problema de falta de rendimiento, sino que directamente no podemos ejecutar determinadas aplicaciones que necesitamos.
La clave está, una vez más, en la misma idea que hemos visto anteriormente. Debemos valorar con cuidado qué componentes deberíamos cambiar para que esas aplicaciones funcionen, qué resultado conseguiríamos al actualizar el PC y si realmente nos dejaría satisfechos.
Si una actualización parcial nos va a permitir ejecutar esas aplicaciones pero con un rendimiento pobre o deficiente la conclusión es clara, debemos considerar una renovación completa. De nuevo entra en juego la idea del cuello de botella a la que hemos hecho referencia, algo habitual cuando cambiamos un componente viejo por otro nuevo cuyo rendimiento depende, en gran medida, del trabajo de otro componente viejo que hemos decidido conservar.
Lo más frecuente es esa dualidad procesador-tarjeta gráfica, pero también ha herramientas y aplicaciones que tienen una marcada dependencia de la memoria RAM y de su velocidad, o de la unidad de almacenamiento, así que debemos considerar cada caso en concreto y resolverlo en función de sus particularidades.
Hardware incompatible y limitaciones físicas
Cuando necesitamos actualizar a un componente que no es compatible con nuestra configuración actual, o que no puede funcionar correctamente por limitaciones asociadas a nuestro chasis, nuestra fuente de alimentación o nuestra placa base, hay que plantearse detenidamente si realmente merece la pena actualizar el PC o cambiarlo.
Vamos a verlo con un ejemplo concreto. Tienes un PC semitorre con un AMD FX 4300, 4 GB de RAM DDR3, una tarjeta gráfica Radeon HD 7770, un disco duro de 500 GB y una fuente de alimentación económica de 450 vatios. Quieres jugar a los títulos más recientes de forma aceptable en 1080p, y para ello tienes que cambiar el procesador, ampliar la RAM y cambiar la tarjeta gráfica.
Quieres montar una Radeon RX 580 de 8 GB, subir a 8 GB de RAM y cambiar el procesador por uno más potente. Podrías comprar un FX 8350, pero necesitarías cambiar, además, la fuente de alimentación, ya que la que utilizas no podría alimentar la configuración que tienes en mente.
Son muchos cambios, tantos que nos encontramos en un caso en el que sería mejor vender nuestro equipo y montar un PC nuevo poniendo un poco de dinero. Las placas base con chipset B450 y los procesadores Ryzen de primera y segunda generación están disponibles a precios muy interesantes, y representan una inversión más sólida a medio y largo plazo.
Precios demasiado elevados en hardware viejo
Es un escenario muy habitual que también está asociado con la idea de rentabilizar la inversión que supone actualizar un PC. Cuando tenemos que cambiar determinados componentes no siempre es posible acceder a piezas nuevas que nos permitan disfrutar, entre otras cosas, de dos años de garantía.
El ejemplo que hemos puesto anteriormente es perfectamente válido, pero vamos a ver otro distinto para que tengáis más referencias concretas. Imagina un PC formado por un procesador Core i3 6100, 8 GB de RAM DDR4, una tarjeta gráfica GT 740 y una fuente genérica de 350 vatios. Quieres ampliar este PC para jugar, ¿es rentable hacerlo o es mejor cambiarlo?
En ese caso en concreto el usuario tiene un problema enorme, ya que necesitaría comprar un procesador Core i7, una tarjeta gráfica y una fuente de alimentación. Los Core i7 serie 6000 y 7000 están carísimos, los precios se han inflado mucho porque siguen ofreciendo un buen rendimiento y la demanda supera con creces a la oferta. Por ejemplo, un Core i7 6700 ronda fácilmente los 200-250 euros, y un Core i7 7700 se puede subir a los 300 euros. Si buscamos los modelos serie «K» esas cifras suben aún más.
Bien, si a esa cifra añadimos el coste de una fuente de alimentación y la tarjeta gráfica podríamos llegar fácilmente a los 400 euros, una cifra bastante importante que nos invita, por sí misma, a considerar una renovación total o la compra de un PC nuevo.
Con los 200 euros que cuesta un Core i7 6700 podríamos comprar un Ryzen 5 1600 (la versión revisada en 12 nm), una placa base económica con chipset B450 y destinar el dinero que sobra (unos 45 euros) a comprar una fuente económica pero de calidad, como la Corsair CV550. Podríamos vender los componentes que no necesitamos y conseguir dinero para comprar una nueva tarjeta gráfica. La memoria RAM podríamos aprovecharla, pero como vemos habríamos hecho una renovación casi completa.
La diferencia es notable, ya que en este caso hemos dado el salto a un procesador de seis núcleos y doce hilos, y tenemos una plataforma actualizable que puede escalar hasta los Ryzen 3000 sin ningún tipo de problema.
Notas finales: alargar demasiado la vida de un PC es un error
Tenemos una cierta tendencia a pensar que la mejor forma de rentabilizar un PC es estirar al máximo su vida útil, pero esto es un grave error. La tecnología viene con fecha de caducidad, está llamada a quedar obsoleta antes o después, y seguir utilizándola más allá de esa fecha nos dará muchos problemas.
Sé lo que estáis pensando, que no es necesario actualizar el PC si le vamos a dar un uso tan básico como navegar por Internet, pero la verdad es muy distinta. Incluso en ese caso llegará un momento en el que la experiencia dejará de ser óptima y tendremos que empezar a considerar una actualización o una renovación.
Actualizar el PC puede traducirse en una segunda vida, pero también puede ser problemático cuando los resultados que conseguimos no cumplen con nuestras expectativas. Habremos gastado dinero en algo que no satisface nuestras necesidades, y todo por intentar «estirar» innecesariamente la vida de un equipo agonizante.
En esta guía os hemos dado las bases que deben regir vuestras decisiones a la hora de optar entre actualizar el PC o cambiarlo por un equipo nuevo, pero al final sois vosotros los que tenéis la última palabra.
No quiero cerrar este artículo sin daros un consejo final que resume, de una manera muy acertada, todo lo que hemos expuesto en estas líneas: antes de actualizar, es buena idea hacer números y pensar en cuánto os costaría esa actualización, cuánto tendríais que gastar en una renovación completa (o en un equipo nuevo) y qué ventajas y desventajas tendría cada opción.
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