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YouTube, COVID-19 y desinformación: más de un millón de vídeos borrados

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YouTube, COVID-19 y desinformación: más de un millón de vídeos borrados

De la mano del coronavirus, y en parte gracias a YouTube, Twitter, Facebook, etcétera, hemos conocido una segunda plaga, quizá menos devastadora pero indudablemente bastante más insidiosa. Hablo, por supuesto, de la cohorte de la conspiranoia, de estafadores profesionales, de mentirosos aprendices de y, quiero pensar, una mayoría bienintencionada pero que, por las razones que sea, ha caído en la pérfida seducción de las teorías de la conspiración, el supuesto acceso a información privilegiada y, según sus cuentas, a la verdad, palabra que invocan como si cobraran comisión cada vez que la pronuncian.

Lo digo siempre que hablo de esto, y no me canso de aclararlo, entiendo la duda legítima y el escepticismo en este tipo de circunstancias. El problema es el modo en el que se afrontan las dudas. Se puede consultar a fuentes de autoridad en la materia, intentar entender los conceptos más complejos, etcétera. Pero claro, también se puede entrar a YouTube a ver tres vídeos del majadero de turno, leer un par de páginas web de las que dicen que el 5G nos va a convertir en autómatas y creerse el más listo del lugar. Desgraciadamente, el segundo camino es el tomado por muchas personas.

Me he encontrado en discusiones con conspiranóicos que, tras decir que las vacunas de ARN mensajero van a provocar profundas y terribles mutaciones en el ser humano, no es ya que no hayan sabido decirme qué tipos de ARN hay, es que ni siquiera sabían qué significa ARN pero, pese a ello, repetían como loros lo que habían leído por aquí y por allá. Afortunadamente, YouTube, Google, Twitter, Facebook y demás redes sociales y servicios online decidieron, hace ya tiempo, declararle la guerra a la desinformación y las noticias falsas sobre el coronavirus.

YouTube, COVID-19 y desinformación: más de un millón de vídeos borrados

«La desinformación se ha movido de lo marginal a lo general«, podemos leer al inicio de una entrada del blog de YouTube dedicada a la desinformación. Una entrada en la que podemos leer que el servicio de Google ha eliminado, desde febrero del año pasado, más de un millón de vídeos con información peligrosa en relación con el coronavirus, como falsas curas milagrosas (como las de vendedores de lejía deluxe que lo mismo cura la COVID-19 que el cáncer y puede que hasta el mal de amores), intentos de estafa, etcétera.

Aclaro el tipo de contenido eliminado porque, al igual que en mi opinión, YouTube tampoco quiere censurar las opiniones diversas. Es perfectamente legítimo que, por ejemplo, haya quienes piensan que las vacunas son un gran negocio para los laboratorios. Y es que esto es innegable. También entiendo a quienes dudan por la rapidez con la que se aprobó su uso, aunque la vacuna de Pfizer ya ha recibido la aprobación definitiva por parte de la FDA. Lo que no debe tener cabida son informaciones falsas y manipuladas, creadas para confundir y engañar.

¿El sistema se puede mejorar? Indudablemente. ¿Las autoridades podrían haberlo hecho mejor? Desde luego. Sin embargo, una cosa es ser crítico con la gestión, y otra muy distinta subir vídeos a YouTube afirmando que la vacuna causa mutaciones genéticas y que produce esterilidad, entre otras barbaridades que he podido ver por ahí.

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

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