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Twitter, medios de comunicación y prisa, mucha, mucha prisa

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Twitter, medios de comunicación y prisa, mucha, mucha prisa

Si eres usuario de Twitter, imagino que no es necesario que te cuente la historia de Manel Monteagudo, pero en caso contrario, es posible que no sea así, o que en este momento todavía solo hayas escuchado parte de la historia. Sea como fuere, creo que lo mejor es hacer un pequeño resumen, empezando por el principio, y que el desarrollo de la trama sea el hilo conductor de este texto, que debería invitarnos a reflexionar sobre algunos puntos importantes.

Todo comienza con la publicación, ayer día 10 en el diario El Mundo, de una noticia bastante sorprendente, en la que se cuenta la historia de Manel, un marino mercante que, con tan solo 23 años (casualmente el día de su cumpleaños), sufrió un accidente a bordo del barco en el que trabajaba, y que en ese momento se encontraba cerca de Basora, Irak (se entiende que en el Golfo Pérsico, única y pequeña salida del país al mar). El accidente fue una caída desde seis metros de altura y, a consecuencia de la misma, quedó en coma. Esto ocurrió el 28 de febrero de 1979. La noticia, claro, se publicó en Twitter.

Aunque el reloj se paró para Manel, no lo hizo para el resto del mundo, que siguió avanzando inconsciente de su desgracia, hasta el 15 de octubre del año 2014, momento en el que según dicha noticia, el marinero salió del coma y pudo recuperar su vida. Bueno, parte de su vida, a la que hay que descontarle los 35 años que pasó inconsciente, y durante los que sucedieron muchas, muchas cosas. Tantas que seguramente sería muy difícil explicárselas todas. Ahora Manel es escritor, pronto publicará su quinto libro.

Aquí tenemos una de esas historias que sorprenden, que dan esperanza, que nos pintan un mundo un poco más amable y que, por lo tanto, son de lo más suculentas para muchos medios de comunicación generalistas. Esas historias que encajan tan bien en Twitter, Facebook, etcétera. Un titular de esos que se comparten con los ojos cerrados. Así, es más que comprensible que el diario publicara la noticia, que otros muchos medios se hicieran eco y la replicaran, y que durante unas horas Manel Monteagudo haya podido disfrutar de la popularidad que le ha brindado su fantástica historia personal.

Lucía Méndez, redactora jefe de opinión del diario El Mundo, se metió hace unas semanas en una piscina (y en Twitter, nada menos, donde las pirañas cortan sus viandas con una sierra de calar), al publicar este tweet:

No creo, y lo digo honestamente, que Méndez pretendiera hacer de menos, ni mucho menos faltar al respeto a los youtubers. Creo, más bien, que su opinión tiene mucho que ver con el concepto de periodismo que tienen no pocos periodistas de carrera. Y siento decirlo, pero es un concepto que temo que se ha quedado desfasado. ¿Puede un youtuber ser periodista? ¿Vemos ejemplos de periodismo en las redes sociales por parte de personas que no son periodistas de carrera (y digo esto pensando en el excepcional trabajo de creadores como Tamayo)? Y aún más, ¿es posible que se hayan intercambiado los papeles? ¿Es Twitter el nuevo periodismo?

Twitter, medios de comunicación y prisa, mucha, mucha prisa

El Mundo vs Twitter

Nada más lejos de mi intención que hacer sangre con los profesionales de este diario, quiero dejar esto claro de manera meridiana, pero creo que es necesario hacer una reflexión, que además se alinea con algo de lo que ya hablé hace algunas semanas, y es la extraña vuelta de tornas que podemos vivir en estos tiempos. Es decir, el momento en el que se han intercambiado los papeles, de modo que encontramos un medio publicando una historia sin contrastar, y  unas redes sociales, en este caso Twitter, que se encargan de hacer esa parte del trabajo, o youtubers como Tamayo, aludido indirectamente en el tweet de Lucía Méndez.

Manel sale del coma en 2014 y, desde entonces, como contaba antes, publica varios libros y retoma su vida. Sin embargo, algunos datos extraídos del primer artículo publicado en El Mundo resultan un tanto extraños, como por ejemplo que, si nos fijamos en las fechas y edades indicadas en el mismo, Manel se casó y tuvo dos hijas mientras que estaba en coma. En su perfil personal de Facebook figura el 21 de mayo de 1983 como la fecha en el que contrajo matrimonio con Conchi, su mujer y, según la fantástica historia, la persona que lo cuidó durante todos los años del coma.

Frente a ésta y otras incoherencias en el relato, Twitter «se moviliza», y junto a las más que predecibles bromas al respecto, bastantes usuarios empiezan a atar cabos y a señalar que la historia de Manel podría no ser lo que parece, que hay más sombras que luces y que da la sensación de que el diario no ha realizado labores de verificación antes de publicar la historia. ¿Y qué es lo que ocurre entonces? Que algunos usuarios de Twitter empiezan a hacer lo que no ha hecho el diario: investigar:

De todos los mensajes que he visto al respecto en Twitter, me quedo sin duda con este hilo de la usuaria Ester Katty Anna, un trabajo de investigación que permite empezar a despejar sombras y entender qué es lo que ha podido ocurrir. Descubre su nombre real, encuentra sus redes sociales, localiza referencias anteriores al escritor y termina por encontrar algo verdaderamente llamativo: pese a que se supone que salió del coma en 2014, es algo que no cuenta en anteriores ocasiones.

Mientras tanto, en la redacción de El Mundo, se dan cuenta del error cometido, realizan (ahora sí) la investigación necesaria, para lo que entiendo que se apoyan en mucha de la información que ya se ha publicado en Twitter y, finalmente, modifican la publicación inicial añadiendo una entradilla en la que se hacen eco de las inconsistencias de la historia, y publican un segundo artículo en el que ponen en tela de juicio lo contado por el escritor, que es de lo que se hicieron eco en el primero.

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Redes sociales y periodismo

Según la opinión de Méndez, que repito, entiendo perfectamente tras un intento de aproximación a su cosmovisión, el periodismo fuera de la redacción es otra cosa, no es periodismo. Sin embargo, aquí nos encontramos con una circunstancia de lo más peculiar, y es que el medio ha actuado como lo haría un tuitero que ve un titular llamativo y lo comparte sin profundizar lo más mínimo en la historia, es más, sin ni siquiera interesarse realmente por saber si es cierta o no, y los usuarios de Twitter son los que han llevado a cabo las tareas que esperamos de los periodistas.

Informativamente hablando, vivimos en los tiempos de la inmediatez, del titular con extra de gancho para Twitter y el clickbait, fruto todo ello de una prensa tradicional, y especialmente la impresa, que no supo (o no ha podido, o un poco de ambas cosas) adaptarse a la revolución que supuso Internet. En vez de preservar la investigación y la profundidad con la que elaboraban sus contenidos, se sumaron a la prisa por ser los primeros en publicar. Y eso, en mi opinión, es lo que más daño les ha hecho.

La historia de Manel Monteagudo podría haberse publicado dos horas más tarde, y haber dedicado ese tiempo extra a realizar la investigación que han hecho los usuarios de Twitter. Y probablemente, en vez de un relato tremendamente inverosímil de un tipo que afirma haber estado 35 años en coma, lo que se habría publicado es una más que interesante historia de un tipo que afirma haber pasado por esa experiencia, pero que en realidad no lo ha hecho. La publicación habría llegado dos horas (o incluso dos días, tanto da), pero habría sido algo de lo que el medio podría sentirse orgulloso.

Quizá haya quien se lo esté preguntando en este momento, así que aclararé que no, no soy periodista de carrera, pese a llevar ya muchos años trabajando en medios de comunicación (radio, prensa no diaria e Internet), lo que en más de una ocasión me ha valido el calificativo de intruso. Pero esto no significa que tenga acritud alguna hacia los periodistas y el periodismo. Muy al contrario, creo que el periodismo es imprescindible para la sociedad. Y creo que Twitter no debería cubrir el vacío que la ausencia del periodismo puede dejar.

Hace alrededor de 30 años, Documentos TV emitió el documental de elaboración propia El Caso 112, una investigación de calle y de archivo para averiguar la identidad de una mujer, indigente y sin identificar, que había fallecido en el centro de Madrid. Desde la primera vez que lo vi, hace ya unos cuantos años (aunque posteriormente a su emisión original), me pareció una auténtica joya, un ejemplo de periodismo. Algo que en su momento fue obra de periodistas, pero que en el caso de Manel Monteagudo ha recaído sobre Twitter.

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¿Es Twitter el nuevo periodismo?

La respuesta rápida en no. Una red social no puede convertirse en el remplazo de los medios de comunicación. Sin embargo, para que esto no ocurra, son los propios medios los que deben trabajar para evitarlo. Hace unas semanas hablaba sobre el incidente que tuvo lugar en el aeropuerto de Tenerife, y de cómo las redes sociales, principalmente Twitter, se había llenado prácticamente de inmediato de informaciones y análisis profundamente erróneos. Claro, que muchos medios generalistas tampoco lo hicieron mucho mejor.

Twitter no puede ser el nuevo periodismo, pero sí que se puede ejercer el periodismo en Twitter, y en YouTube y en tantos y tantos nuevos medios y canales. Y los medios de comunicación deben recuperar aquello que los hizo brillar en su momento. Twitter no puede desarrollar, por sí mismo, un trabajo como el de El Caso 112. Sin embargo, el periodismo sí que puede apoyarse en las redes sociales para enriquecer la profundidad de sus contenidos. Y no solo es que este esquema, una vez encontrado el punto dulce, no solo no defenestrará el periodismo, muy al contrario, lo llevará a un nuevo nivel, con el que todos saldremos ganando.

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

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