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Redes sociales: ¿puertas abiertas a los investigadores?

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Redes sociales: ¿puertas abiertas a los investigadores?

Las redes sociales llevan mucho tiempo actuando con una impunidad que, a la luz de la gran cantidad de revelaciones de los últimos años, debe ser profundamente reconsiderada. Podemos poner el punto de partida de la necesidad de esa reflexión en el escándalo de Cambridge Analytica, o cómo la plataforma pudo ser empleada para decantar los resultados electorales en dos eventos clave: la votación del Brexit en Reino Unido y las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016, en las que fue elegido Donald Trump.

Desde entonces la opinión pública ha cambiado sustancialmente con respecto a las redes sociales, y especialmente con respecto a Facebook, que periódicamente protagoniza escándalos, primero relacionados con la filtración de datos de sus usuarios, y posteriormente en relación tanto a cómo son empleadas para difundir información falsa como a cuáles son los efectos que tienen estos servicios en quienes los emplean de manera habitual.

La situación es bastante crítica para las redes sociales, pues tras todas estas revelaciones parece que, finalmente, los reguladores han asumido que es la hora de hacer su trabajo. Pese al anuncio del metaverso, desde el mismo anuncio del cambio de nombre de Facebook a Meta creo tener bastante claro que la principal razón de esta modificación se encuentra en la mala imagen asociada a la marca, que afecta a todos los tentáculos de la misma.

La buena noticia en este caso nos llega desde el otro lado del charco, y es que un grupo de senadores estadounidense de los dos principales partidos (Demócrata y Republicano) han anunciado un nuevo proyecto de ley, en virtud del cual las redes sociales estarán obligadas a compartir sus datos con investigadores. Más concretamente, con investigadores afiliados a universidades que lleven a cabo proyectos que hayan sido aprobados por la National Science Foundation estadounidense.

Redes sociales: ¿puertas abiertas a los investigadores?

Según podemos leer en el  proyecto de ley, que no obstante todavía tendrá que pasar por todas las fases necesarias para su aprobación, las redes sociales estarían obligadas a cumplir con las solicitudes de datos una vez que la NSF haya aprobado una investigación. En caso de que la red social decida negarse a conceder dicho acceso, el servicio perdería la protección que le ofrece la Sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones. Sí, precisamente esa que Donald Trump se planteó revocar o al menos limitar durante su mandato. Dicha exclusión, supondría una gran amenaza de la red social que quedará fuera de dicho paraguas.

Los algoritmos que determinan qué contenidos ve cada usuario son uno de los talones de Aquiles de las redes sociales, razón por la que cada día son más las voces que abogan por el retorno permanente del feed cronológico. Claro, esto va en contra de los planes de las redes sociales, que han desarrollado dichos algoritmos para incrementar el tiempo de permanencia de los usuarios en sus servicios. Así, parece poco probable que asuman este cambio de buena gana.

Sin embargo, la apertura de los datos a los investigadores puede ser un elemento determinante, que obligue a las redes sociales a tener que dar marcha atrás y aceptar, aunque sea a regañadientes, volver al modelo inicial, en el que las publicaciones que veía cada usuario eran las últimas que habían publicado sus contactos. Evidentemente esto no soluciona todos los problemas, pero sí que supondría un buen punto de arranque para los cambios que, tarde o temprano, deben llegar.

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

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