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Cómo medir la temperatura de un procesador de forma realista Cómo medir la temperatura de un procesador de forma realista

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Cómo medir la temperatura de un procesador de forma realista, y por qué deberías hacerlo

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Medir la temperatura de un procesador no es complicado. A día de hoy existen muchas aplicaciones que nos permiten hacerlo sin demasiado esfuerzo, pero lamentablemente no todo el mundo es consciente de qué pruebas debe realizar, cómo debe interpretar los resultados y cuáles de esos resultados son realmente importantes.

Todo lo anterior hace que se sigan produciendo importantes errores al medir la temperatura de un procesador, y esto no es algo limitado a los usuarios de a pie. Así, por ejemplo, en más de una ocasión me han comentado que «estos resultados tienen que estar mal, tengo el mismo procesador que tú y no pasa de 50 grados». También me han llegado a decir, con cara de susto, «mi procesador se pone a 85 grados, no puede ser normal, un amigo me dijo que tiene que estar a 60 grados».

Ese tipo de comentarios confirman que todavía existe una gran cantidad de desinformación alrededor de este tema, y que es necesario contextualizar adecuadamente cómo se han realizado las distintas pruebas de medición de temperatura de un procesador para que, al final, podamos interpretar correctamente los resultados que se han obtenido.

Cómo medir la temperatura de un procesador de forma realista

Os pongo un ejemplo siguiendo lo que os he comentado anteriormente. A esa persona que me dijo que su procesador no pasa de 50 grados le pregunté, literalmente, que qué hacía cuando alcanzaba esa temperatura, y me dijo que estaba jugando a un arcade clásico vía MAME mientras escuchaba música en Youtube.

Sí, es un auténtico despropósito, y no quise ir más allá, no perdí el tiempo explicándole nada. A modo de referencia, mientras escribo esto tengo abierto Youtube con mi música favorita, Telegram y varias pestañas, Steam e iCUE y el uso de CPU ronda entre el 1% y el 3%, lo que hace que la temperatura de mi Ryzen 7 5800X ronde los 36 grados de media.

De lo anterior ya habréis deducido algo que os he comentado en muchos análisis, y es que la temperatura que alcanza un componente depende de muchos factores, pero uno de los más importantes es la carga de trabajo a la que se vea sometido. Obviamente, un procesador que trabaja con una carga mínima registrará una temperatura mucho menor que otro que está sometido a más estrés. Por eso, es tan importante medir la temperatura de un procesador bajo diferentes cargas de trabajo, para tener una visión real y debidamente contextualizada de esos valores.

Aplicaciones para medir la temperatura de un procesador

Cómo medir la temperatura de un procesador de forma realista

Como os he dicho al principio del artículo, hoy en día existen muchas aplicaciones fiables con las que podemos medir la temperatura de un procesador. Una de mis favoritas es AIDA64, que tiene una versión gratuita bastante completa para este fin, ya que visualiza las temperaturas individualizadas de cada núcleo del procesador y ofrece una media de la CPU, que es el valor que debemos tomar como referencia.

No obstante, también podemos utilizar las aplicaciones Ryzen Master, si tenemos una CPU AMD, o Extreme Tuning Utility, si tenemos una CPU Intel. Ambas aplicaciones son también gratuitas, y ofrecen bastante información sobre aspectos muy importantes del procesador, incluyendo la temperatura, la carga de trabajo a la que está siendo sometido y también si se está produciendo algún tipo de «thermal throttling», que no es más que una pérdida de rendimiento provocada por el exceso de calor.

Cualquiera de esas aplicaciones os servirá para medir correctamente la temperatura un procesador, ya sea de portátil o de escritorio. Son muy fáciles de utilizar, ya que no tenéis que entrar en complicadas configuraciones, basta con descargarlas, instalarlas y lanzarlas. Con todo, si tenéis alguna duda podéis dejarla en los comentarios y os ayudaré a resolverla.

Consejos para medir la temperatura de un procesador

Lo primero que debes tener claro es la configuración de tu procesador partiendo de tres claves que te voy a explicar a continuación:

  • ¿Trabaja a las frecuencias de casa o tiene overclock? El overclock puede mejorar el rendimiento, pero aumenta el consumo y las temperaturas.
  • ¿Utiliza un sistema de refrigeración tope de gama o algo más asequible? El sistema de disipación puede marcar una diferencia muy grande, ya que un ventilador con capacidad para disipar 65 vatios no hará el mismo trabajo que otro capaz de disipar 150 vatios.
  • ¿Tiene activado el limitador de potencia? Esto influye en el consumo máximo del procesador. Puede mejorar el rendimiento, pero también aumentará las temperaturas de trabajo.

Cómo medir la temperatura de un procesador de forma realista

Esas tres claves nos dan un contexto muy importante, pero todavía no hemos terminado. Debemos añadir otras claves fundamentales que nos permitirán cerrar toda la información que necesitamos para medir, e interpretar, correctamente la temperatura de un procesador.

La primera es la temperatura ambiente, aunque esto solo tiene importancia cuando nos encontramos en climas con temperaturas muy altas, ya que pueden afectar a la capacidad del sistema de refrigeración. En segundo lugar tenemos la carga de trabajo a la que sometemos al procesador, una cuestión sobre la que ya hemos hablado al principio del artículo.

Si sometemos al procesador a una carga muy pequeña es normal que este registre unas temperaturas muy bajas. Por otro lado, también es normal que sus temperaturas se disparen si mantenemos una carga de trabajo que lo utiliza al 100%. Un procesador puede registrar una media de 60 grados con una carga monohilo intensiva, pero alcanzar los 85 grados cuando se utiliza durante una hora con una carga del 100%. Ambos valores serían normales.

También debemos tener presente que ejecutar un juego no siempre equivale a tener el procesador en un 100% de uso. Hay escenarios en los que sí es así, como por ejemplo cuando utilizamos procesadores que tienen solo cuatro hilos, y en algunos casos los procesadores de cuatro núcleos y ocho hilos también pueden ponerse al 100% de uso cuando ejecutamos ciertos juegos, pero al utilizar procesadores de 6 núcleos y 12 hilos (o más) su tasa de uso no será nunca tan elevada.

Cómo medir la temperatura de un procesador de forma realista

Para ponerlos al 100% de uso, será necesario utilizar pruebas específicas, como por ejemplo Cinebench R23. Dicha prueba es una de las mejores para medir la temperatura de un procesador tanto en monohilo como con una carga del 100%, y también nos permitirá obtener una estimación de su rendimiento.

Por último, es necesario tener en cuenta también las particularidades de cada arquitectura, y de cada tipo de procesador, ya que existen diseños que están preparados para trabajar apurando al máximo el margen de consumo y de temperatura, todo en un esfuerzo por ofrecer el máximo rendimiento posible tirando del escalado del modo turbo, que opera de forma dinámica. Así, por ejemplo, un procesador como el Intel Core i9-12900K tiene un modo turbo muy agresivo y una temperatura máxima de unión de 100 grados.

Este chip puede superar los 90 grados y trabajar con total normalidad, ya que irá ajustando las temperaturas de trabajo de forma dinámica para evitar daños y para mantener el mayor rendimiento posible. Es lo que os he comentado también en muchos análisis, que la mayoría de los procesadores actuales disparan el modo turbo para alcanzar el máximo rendimiento posible, lo que hace que alcancen temperaturas muy altas, pero una vez en ese pico inician un proceso de estabilización para evitar problemas. No es algo de lo que debamos preocuparnos.

Cómo interpretar los resultados y por qué es bueno medir, de forma realista, la temperatura de un procesador

Cómo medir la temperatura de un procesador de forma realista

Cada procesador puede alcanzar una temperatura distinta bajo una misma prueba de rendimiento por causas muy diversas. Muchas de ellas ya las hemos nombrado, pero dos de las más importantes, y de las que menos se suelen tener en cuenta, es la arquitectura y el máximo de núcleos e hilos. Una arquitectura más avanzada que otra será, normalmente, más eficiente en relación rendimiento por vatio, y tendrá unas temperaturas más controladas.

Al mismo tiempo, dos procesadores que utilicen una misma arquitectura pero que tengan un distinto número de núcleos e hilos registrarán también temperaturas diferentes trabajando a plena carga. Por ejemplo, un Ryzen 3 3300X, que solo tiene 4 núcleos y 8 hilos, es más fresco que un Ryzen 9 3950X, que tiene 16 núcleos y 32 hilos. Es totalmente normal, ya que la diferencia entre ambos es enorme. También puede que un procesador con menos núcleos registre temperaturas más altas porque trabaje a mayor frecuencia.

He querido matizar esto porque es importante a la hora de interpretar los resultados cuando vamos a medir la temperatura de un procesador. Siguiendo con el ejemplo anterior, una temperatura de 85 grados será anormal para un Ryzen 3 3300X, pero puede ser totalmente normal para un Ryzen 9 3950X. Por eso es tan importante el contexto, y entender las particularidades del procesador cuya temperatura queremos medir.

En cuanto a los resultados que obtengamos, la prueba de rendimiento monohilo es un indicador que nos vale como referencia aproximada de las temperaturas que puede alcanzar un procesador con una carga multihilo ligera. Una prueba multihilo más intensiva ya nos permite poner a prueba la estabilidad del procesador, pero lo ideal para hacer una comprobación plena es someterlo a una carga del 100% durante, al menos, 30 minutos.

Por eso es bueno medir de forma realista la temperatura de un procesador haciendo pruebas de diferente intensidad, porque podremos ver cómo se comporta, si registra alguna anomalía en términos de rendimiento o de temperatura, y si sufre algún problema grave de estabilidad, como cuelgues, reinicios o pantallazos «de la muerte».

Pantallazo azul

No hacer esas pruebas puede acabar dándonos más de un susto, y puedo poneros un ejemplo. Hace unos años un conocido me dijo que había llevado su Ryzen 7 2700X a los 4,3 GHz en todos los núcleos, y que funcionaba bien. Le dije si había probado a fondo y me dijo que sí, que había utilizado «algunos juegos», y que genial. Al final resulta que solo lo había probado con Destiny 2, un juego que tira muy poco de CPU, y que en cuanto probó un título más exigente el equipo se le colgaba continuamente.

Bajo un uso normal, es muy complicado que llevemos un procesador como el Ryzen 7 2700X a un 100% de uso, pero hay juegos y aplicaciones que pueden ser exigentes, y por ello es recomendable llevar nuestra CPU un poco al límite, para comprobar que es capaz de aguantar sin problemas, y que no nos dará ningún disgusto. Por otro lado, esto también nos permitirá comprobar que el sistema de refrigeración que utilizamos es capaz de mantener bajo control las temperaturas de nuestro procesador.

Bien, ¿y cómo debo interpretar los resultados la medir la temperatura de un procesador? Tienes que ponerlos en contexto con todo lo que hemos dicho, y tener claro dónde está el límite que tiene tu CPU. Por ejemplo, un Core i9-12900K tiene ese límite de 100 grados, pero un Ryzen 9 5950X tiene una temperatura máxima de 90 grados. En el primer caso, una temperatura de 95 grados con una carga de trabajo extrema sostenida durante bastante tiempo sería aceptable, pero esa misma temperatura no sería aceptable en el caso del Ryzen.

Por otro lado, también es buena idea que aproveches los resultados de una prueba de rendimiento como Cinebench R23 para darle aún más contexto. Puedes comparar los resultados que ha obtenido tu procesador con las bases de datos que están disponibles en Internet, y valorar si esos resultados de rendimiento son normales o si están por debajo de lo que deberían. Esto podría indicar un problema grave, normalmente de temperatura, aunque puede que también de alimentación.

Quiero volver sobre un tema importante: no te obsesiones con lo que hayas leído en Internet, y me refiero a cosas como «mi CPU funciona a 60 grados, no es normal que la tuya suba a 80 grados». Que un procesador actual trabaje a 80 grados puede ser perfectamente normal, de hecho en algunos casos puede ser hasta un buen resultado. Muchos de esos comentarios que vas a encontrar en Internet se basan en pruebas realizadas con una carga en la CPU de apenas el 30% o el 40%, así que no te agobies y sigue los consejos que acabamos de darte en esta guía.

Para terminar, y a modo de referencia, ten claro que en ningún caso es bueno que un procesador llegue, o se mantenga, en la franja de los 100 grados. Si esto ocurre, es mejor que detengas la prueba y que valores comprar un sistema de refrigeración superior, o si has hecho overclock que des marcha atrás, ya que podrías acortar de forma drástica la vida útil del procesador, sobre todo si has subido los voltajes para sostener dicho overclock.

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