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Fallece Sir Ian Wilmut, «padre» de la oveja Dolly

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Fallece Sir Ian Wilmut, "padre" de la oveja Dolly

Corría febrero de 1997 cuando, de repente, todos los medios de comunicación empezaron a hablar de la oveja Dolly, un exitoso experimento que se había llevado a cabo meses atrás, y que marcaba un antes y un después para la ciencia y, especialmente, para la genética. Hasta entonces, para muchos, el conocimiento de esta rama de la ciencia se limitaba a los guisantes de Mendel, por lo que una toma de contacto tan impactante con esta rama de la ciencia cundió como tema de reflexión y de conversación durante bastante tiempo.

A principios de julio del año anterior, Ian Wilmut y Keith Campbell, que en aquel momento trabajaban en el Instituto Roslin de Edimburgo, vivieron un hito del proyecto más relevante de sus carreras profesionales con el nacimiento de la oveja Dolly, el primer mamífero del mundo clonado por una célula somática adulta, demostrando de este modo el excepcional potencial de las células madre en el campo de la medicina regenerativa, pero también para otros muchos ámbitos, como la biología e incluso la agricultura.

Durante sus seis años de vida, la oveja Dolly tuvo un total de seis crías, una en 1998, mellizos en 1999 y trillizos en 2000. Un año después  empezó a sufrir artrosis, que fue tratada exitosamente, pero posteriormente desarrolló una variante de cáncer de pulmón denominada Jaagsiekte que afecta a las ovejas, y que hizo que falleciera en 2003. Se intentó relacionar su muerte con el hecho de que fuera fruto de la clonación, ya que la media de vida de su especie es de alrededor del doble de la que tuvo la oveja Dolly. Sin embargo no fue posible probar la relación causal, a lo que debemos sumar que otras ovejas de su mismos rebaño sufrieron la misma enfermedad, que también ocasionó su muerte prematura.

Fallece Sir Ian Wilmut, "padre" de la oveja Dolly

Este experimento supuso un hito, pero también puso a Ian Wilmut en el punto de mira, ya que la clonación exitosa despertó un debate de dimensiones épicas, con diversos colectivos que consideraban que se estaba yendo más allá de lo que era legítimo y ético. Grupos religiosos de todo el mundo acusaron a los científicos de jugar a ser dioses, el debate sobre los riesgos de la clonación humana alcanzó hitos nunca vistos hasta el momento, con ramificaciones clave como la de los «humanos de diseño» (casualmente ese mismo año se estrenó Gattaca, que abordaba los riesgos de los excesos en este sentido) y, eso sí, la comunidad científica acogió estos resultados tal y como lo merecían, con los brazos abiertos y una gran admiración.

Tras la experiencia de la oveja Dolly, Wilmut todavía llevó a cabo algún experimento más, si bien ninguno obtuvo la notoriedad del éxito de Dolly, pero a partir de su traslado a la Universidad de Edimburgo, pocos años después, centró sus investigaciones en el uso de la clonación dirigida a la producción de células  madre en el campo de la medicina regenerativa. En más de una ocasión tuvo que afirmar que, sin duda alguna, la clonación de seres humanos no entraba entre sus planes ni investigaciones, algo que, en realidad, nunca en toda su carrera había llegado a plantearse.

Jubilado en 2012, fue diagnosticado con Parkinson hace cinco años, en 2018, algo que le llevó a convertirse en una figura clave, en su alma mater, de un programa de investigación dedicad a intentar frenar la progresión de la enfermedad. Una enfermedad que, aunque no se ha explicitado, podemos dar por sentado que es la responsable de su fallecimiento, que se produjo ayer 10 de septiembre. Descanse en paz.

 

Más información: The Guardian

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

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