Airpower podía llegar a derretir superficies
No muchos recuerdan el anuncio de Airpower, allá por 2017. Es comprensible, claro, ya que esta solución de carga inalámbrica tuvo que compartir protagonismo, en una keynote muy recordada, con la presentación del iPhone X, una de las generaciones más revolucionarias y emblemáticas del smartphone de los de Cupertino, pues fue la que marcó el debut de Face ID (y de su característica muesca, claro) y, por lo tanto, el que dio el pistoletazo de salida a los smartphones con un frontal «todo pantalla».
Para quienes no lo recuerden, que imagino que serán bastantes, Airpower era una base de carga diseñada para albergar, simultáneamente, un iPhone, un Apple Watch y unos AirPods. En teoría, pretendía ofrecer más flexibilidad que los cargadores inalámbrico del tipo Qi, que exigen de una cierta precisión a la hora de emplazar en su superficie los dispositivos que deseamos cargar, además de otras funciones interesantes y/o llamativas, como mostrar una misma imagen en la pantalla de los dispositivos.
Para lograr esta flexibilidad, era necesario emplazar bastantes bobinas bajo su superficie, lo que planteaba un problema térmico importante. Esto ya era conocido por Apple cuando anunció el Airpower por primera vez, lo que explica que su anuncio fuera sin fecha, pero pese a ello las sucesivas iteraciones de sus prototipos fueron sumando más bobinas, para proporcionar mayor flexibilidad en el emplazamiento. Obviamente, esto solo agravó el problema de sobrecalentamiento y, finalmente, Apple desechó el proyecto en 2019.