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Mapa mental: del caos al orden

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Mapa mental: cómo llevar el orden al caos

Desde que creé mi primer mapa mental, hace ya más de una década, soy un defensor incondicional de los mapas mentales como herramienta clave para poner orden en algo, de partida tan caótico, como lo es nuestro propio pensamiento en muchas ocasiones, a veces de manera totalmente natural (cuando las ideas se nos acumulan en la cabeza), y otras cuando somo nosotros mismos quienes presionamos para que así sea, por ejemplo al llevar a cabo una tormenta de ideas.

En este último caso, por ejemplo, la clave es dedicar unos minutos a, alrededor de un concepto central, dejar salir todas las ideas que se nos ocurran, sin aplicar los filtros a los que solemos someterlas habitualmente. Y es que, en muchas ocasiones, cabe la posibilidad de que los parámetros que empleamos para filtrar dichas ideas no estén bien ajustados, por lo que es posible que estemos descartando ideas que, por sí mismas o con un poco de pulido, en realidad sí que sean buenas ideas.

Ahora bien, ¿qué ocurre cuando terminamos una tormenta de ideas? Pues que seguramente tendremos una enorme (y caótica) lista de ideas y conceptos, plasmadas en la pantalla o en el papel tal y cómo han ido surgiendo, en un documento cuya consulta puede resultar en un dolor de cabeza. Este es uno de los muchos casos en los que un mapa mental nos resultará de gran ayuda para estructurar y ordenar adecuadamente todas esas ideas, convirtiendo una enorme lista desordenada en un mapa que nos permite estructurarlas, revisarlas y, de esta manera, mantenerlas al día.

Mapa mental: cómo llevar el orden al caos

Desde proyectos personales hasta lo más personal, un mapa mental siempre puede ser de gran ayuda.

Esto no tiene porqué referirse exclusivamente a un grupo de personas. Cuando hablamos de tormentas de ideas solemos pensar en una sala (presencial u online) llena de personas, pero también una única persona puede llevar a cabo este proceso, y apoyarse en un mapa mental tanto durante la misma, como a posteriori con las notas que haya podido tomar. Es más, en los procesos creativos unipersonales, la mayoría de las ocasiones podremos ir confeccionando el mapa mental durante los mismos, con la ventaja añadida de que, en no pocas ocasiones, ver las ideas ya anotadas y organizadas en el mapa, nos ayudará a tener más ideas.

Por poner un ejemplo muy personal, como casi todas las personas que se dedican profesionalmente a escribir, tengo el sempiterno proyecto de escribir una novela (varias, en realidad, mis cuarentaytantos me dan para haber tenido ya varias ideas al respecto). Y aunque de momento todas las ideas se mantienen en ese estado, ideas, siempre que he querido empezar a desarrollar alguna de ellas, lo he hecho con mapas mentales. Un mapa mental por cada idea, y en todas las ocasiones me ha ayudado a algo que personalmente me parece que es clave: aclarar mis propias ideas.

Pero no hace falta irnos a actividades tan bohemias y creativas como escribir una novela para emplear esta poderosa herramienta. Por ejemplo, imaginemos que tras años de trabajo por cuenta ajena, has conseguido el capital necesario y vas a poner en marcha tu propio negocio, en el campo de la hostelería. Sabes que quieres que tenga varias ramas, pero necesitas organizarlas adecuadamente. El resultado de llevar esas ideas a un mapa mental podría ser algo así:

Mapa mental: cómo llevar el orden al caos

Como puedes comprobar, el mapa mental parte de un nodo inicial, y a partir de ahí se empiezan a desplegar ramas, que a su vez pueden tener colgando subramas, y así hasta el nivel de profundidad que sea necesario. Evidentemente podemos modificar los nodos, añadir nuevos elementos, cambiar la rama de la que cuelgan, etcétera. La flexibilidad que nos proporcionan es total, y por lo tanto no limita nuestras posibilidades de reflejar y organizar ideas.

Mapa mental vs esquema

En este punto es posible que te estés planteando que puedes obtener lo mismo con un esquema tradicional de texto, del estilo:

1.- Joy&Food.
1.1.- Cervecería.
1.1.1.- Cervezas artesanales.
1.1.2.- Cervezas de importación.
1.1.3.- Producción propia.
1.1.4.- Coctelería (tardes-noches).
1.1.5.- Aperitivos premium.
1.2.- Cafetería.
1.2.1.- Selección de cafés.
1.2.2.- Desayunos (hasta las 12).
1.2.3.- Bollería artesanal.
1.2.- Vinoteca.
Etc.

En un primer análisis, tanto el mapa mental como el esquema presentan y organizan la misma información. Sin embargo, la estricta estructura de un esquema puede actuar como un factor limitante a la hora de dejar fluir las ideas. Su modelo totalmente secuencial, frente a la aleatoriedad de visualización y edición que ofrece un mapa mental, seguramente nos llevará a pensar primero solo en la cervecería, luego solo en la cafetería, y así hasta el último de los apartados que queramos desarrollar. Inconscientemente pensaremos de manera secuencial, condicionados por la estructura del esquema.

Por otra parte, a la hora de visualizar el conjunto de las ideas, modificarlas, añadir otras que se nos ocurran más adelante, eliminar las que consideremos que es mejor descartar, etcétera, un mapa mental nos proporciona un entorno mucho más propicio para la edición. Por ejemplo, eliminar o añadir una rama de segundo o de tercer nivel, no nos obligará a renumerar el resto de elementos del esquema y, al tiempo, dispondremos de una vista global del proyecto, que nos permitirá ver si, por ejemplo, añadir aperitivos en el gastro-bar duplica lo que ya tenemos en la cervecería, ya sea para descartar o para conectarlos:

Mapa mental: cómo llevar el orden al caos

Enlaces entre nodos, una muestra de la multidimensionalidad de los mapas mentales.

Como puedes comprobar, el mapa mental es multidimensional, a diferencia del esquema, que es siempre unidimensional y, por lo tanto, mucho menos flexible. Esto no quiere decir y no debe ser entendido como una crítica a los esquemas, ni muchísimo menos, pero a la hora de intentar combinar la creatividad de una tormenta de ideas o procesos similares, con un sistema que nos permita ordenar el caos, es indudable que un mapa mental resulta muchísimo más práctico y efectivo.

Si todavía no has empleado nunca un mapa mental, te recomiendo encarecidamente que lo hagas si necesitas organizar ideas, conceptos, proyectos, etcétera. En mi caso, como ya he mencionado al principio, llevo años utilizándolos, primero como aplicaciones para PC, y posteriormente en su modalidad de servicios en la nube, ya que de este modo puedo compartirlos más fácilmente con otras personas, que también se pueden sumar al proceso creativo, estableciendo de este modo un círculo virtuoso.

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

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