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Cinco mitos sobre placas base que debemos olvidar por completo

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Las placas base son uno de los componentes más importantes de cualquier ordenador, y por muchas razones. Por un lado son, como su propio nombre indica, la plataforma base sobre la que se conectan todos los componentes de un PC, y actúan como nexo de unión entre ellos. Por otro lado, también juegan un papel importante en las tareas de alimentación, ya que proporcionan energía a todos los componentes.

A todo lo anterior debemos unir que las placas base también determinan qué componentes podremos utilizar y las actualizaciones que podremos realizar, lo que significa que, al final, tienen un impacto muy grande en la vida útil de nuestro equipo.

Por todo ello, debemos tener mucho cuidado a la hora de elegir la placa base de nuestro equipo, y en sentido amplio, porque elegir una placa base que no tiene todo lo que vamos a necesitar puede ser problemático, pero comprar un modelo que tiene cosas innecesarias también puede ser contraproducente, ya que estaremos pagando dinero de más por algo que realmente no vamos a utilizar.

No hay duda de la importancia que tienen las placas base en la informática moderna, pero a pesar de ello, y del tiempo que este componente lleva con nosotros, todavía se mantienen una serie de mitos que no hacen ningún bien al usuario, y que hoy vamos a revisar a fondo. Mi objetivo con este artículo es que podáis olvidaros de los cinco mitos más importantes que todavía se mantienen alrededor de las placas base, y que podáis tener una comprensión más clara, veraz y profunda de dicho componente.

Como siempre, si tenéis cualquier tipo de duda podéis dejarla en los comentarios y os ayudaremos a resolverla.

Cinco mitos sobre placas base

1.-Las placas base no pueden hacer cuello de botella

Es una creencia errónea que está muy extendida, y eso que recientemente se ha vuelto a demostrar que es totalmente falso. Las placas base utilizan diferentes estándares de interfaz y de alimentación que, al final, pueden representar un cuello de botella en determinadas circunstancias, y de una gravedad distinta en función de la configuración que estemos utilizando.

En este sentido, una de las limitaciones más importantes, y que más impacto puede tener en el rendimiento, la encontramos en la interfaz de los conectores PCIe para tarjetas gráficas. Es un tema que ya hemos visto en varios artículos, como este por ejemplo, donde pudimos confirmar que una tarjeta gráfica limitada a PCIe Gen4 x4 perderá bastante rendimiento cuando se utilice en una placa base que solo es compatible con PCIe Gen3.

También puede confirmar esto en mis análisis de las Radeon RX 6600 XT y Radeon RX 6600, dos tarjetas gráficas que están limitadas a la interfaz PCIe Gen4 x8, y que cuando se utilizan con una interfaz PCIe Gen3 trabajan solo en modo x8, lo que redunda en un menor ancho de banda y en una pérdida de rendimiento que, en ciertos juegos, es más que notable.

Las placas base también pueden suponer un cuello de botella cuando se utilizan en ellas componentes que, aun siendo compatibles, utilizan estándares más avanzados, o que requieren de una alimentación que estas no pueden proporcionarles. Así, por ejemplo, si instalamos un SSD PCIe Gen4 en una placa base compatible con PCIe Gen3 estaremos reduciendo su rendimiento, y lo mismo ocurrirá si instalamos memoria RAM que puede trabajar a 4 GHz en una placa base que solo soporta módulos a 3,2 GHz, o si instalamos un procesador cuyo consumo es demasiado alto para el VRM de la placa base.

Cinco mitos sobre placas base

2.-Es mejor no actualizar la BIOS de la placa base

Otro mito que no solo puede ser problemático, sino que además es perjudicial para el usuario, sobre todo si este utiliza placas base de AMD basadas en la plataforma AM4, ya que estas gozan de un excelente soporte gracias a las numerosas actualizaciones de BIOS que han ido recibiendo, de hecho los modelos de 2017, basados en el chipset serie 300, pueden utilizar procesadores Ryzen 5000 si se actualizan a la última BIOS disponible.

Este mito tiene su origen en la creencia de que actualizar la BIOS sigue siendo tan complicado y peligroso como lo era hace muchos años, cuando en realidad ocurre precisamente todo lo contrario. A día de hoy, actualizar la BIOS de las placas base lanzadas con interfaz UEFI es tan sencillo que incluso un usuario sin experiencia podría hacerlo siguiendo unos sencillos pasos.

Basta con descargar la nueva BIOS en una unidad USB, preferiblemente que esté vacía, reiniciar el equipo, entrar en el menú de la placa base pulsando el botón «Suprimir», buscar la sección dedicada a la actualización, elegir el archivo que se va a utilizar para actualizar y dejar que el sistema termine el trabajo.

No actualizar la BIOS de nuestra placa base puede darnos muchos quebraderos de cabeza, sobre todo en materia de seguridad y de soporte, y al final también hará que nos perdamos nuevas funciones interesantes que representan un claro valor añadido, como por ejemplo el soporte de nuevos procesadores, o de memorias más rápidas.

Cinco mitos sobre placas base

3.-Los acabados de alta calidad son un engañabobos para vender placas base más caras

Es cierto que algunos fabricantes de placas base acaban metiendo cosas que no son realmente necesarias, pero decir de forma general que es un engañabobos es ir demasiado lejos. Una placa base con una alta calidad de construcción ofrecerá un valor superior a otra que esté en un nivel inferior, y dicho valor quedará reflejado de forma clara en diferentes componentes. A continuación vamos a ver los más importantes:

  • Refrigeración pasiva del VRM y del chipset: es fundamental para evitar que las temperaturas de trabajo se disparen, y que esto acabe perjudicando al rendimiento y a la estabilidad del sistema. Está más que comprobado que una refrigeración pasiva deficiente del VRM puede reducir significativamente el rendimiento de un procesador, y en casos extremos puede producir problemas de estabilidad.
  • Ranuras PCIe reforzadas: este refuerzo tiene un papel importante cuando utilizamos tarjetas gráficas pesadas y voluminosas, ya que añade una capa de solidez estructural que al final es toda una garantía. No es un detalle meramente estético, aunque en el caso de los refuerzos de las ranuras de memoria RAM ocurre precisamente todo lo contrario, ya que en estos casos el peso de los módulos de memoria es muy reducido.
  • Sistemas de refrigeración pasiva para unidades SSD M.2: representan un importante valor añadido, ya que podemos utilizarlos para mantener bajo control las temperaturas de esa unidad SSD que vamos a utilizar en nuestro equipo. La diferencia entre utilizar un pequeño radiador con una unidad SSD M.2 PCIe y dejarlos sin dicha refrigeración

Cinco mitos sobre placas base

4.-Todas las ranuras PCIe de una placa base son iguales

Es otro de los mitos más importantes que podemos encontrar cuando hablamos de placas base, de hecho en más de una ocasión me he encontrado con usuarios que han montado su tarjeta gráfica en la segunda o en la tercera ranura de su placa base, porque creían que daba igual y porque les gustaba más cómo quedaba en esa zona.

La verdad es que sí hay diferencias entre una ranura y otra. Normalmente, la primera ranura PCIe de nuestra placa base es la única que puede funcionar en modo x16, es decir, con 16 líneas PCIe, mientras que la segunda ranura suele trabajar en modo x8 y la tercera en modo x4. Dependiendo del estándar que utilice nuestra placa base, montar la tarjeta gráfica en la segunda o la tercera ranura puede limitar enormemente el ancho de banda y reducir significativamente el rendimiento de nuestra tarjea gráfica.

Para entenderlo mejor, voy a poneros algunos ejemplos. Una ranura PCIe Gen4 x16 ofrece un ancho de banda máximo de 32 GB/s, mientras que esa misma ranura en modo x8 se vería limitada a 16 GB/s. Si utilizamos una ranura PCIe Gen3 x16 el ancho de banda será de 16 GB/s, y en caso de que utilicemos una en modo x8 bajará hasta los 8 GB/s. Obvia decir que si reducimos a la mitad las líneas PCIe el ancho de banda bajará también siguiendo esa proporción.

La diferencia de rendimiento entre instalar una tarjeta gráfica de gama alta compatible con PCIe Gen4 x16 en una ranura PCIe Gen3 x16 es mínima, pero si la instalamos en una ranura PCIe Gen3 x8 se producirá una pérdida de rendimiento considerable, y si hacemos lo propio con una ranura PCIe Gen3 x4 la pérdida de rendimiento será grande, ya que puede superar el 20%. No instales tu tarjeta gráfica a lo loco, utiliza siempre la primera ranura PCIe de tu placa base.

5.-El soporte de un procesador solo depende del socket de la placa base

Es cierto que el socket de la placa base es la pieza clave para asegurar la compatibilidad de un procesador, pero al final esta no es la única «pieza del puzle». Puede que un procesador determinado sea compatible con nuestra placa base, es decir, que podamos instalarlo sin problemas, pero también cabe la posibilidad de que al final nos llevemos la desagradable sorpresa de que el equipo ni siquiera arranca.

La compatibilidad física es una cosa, y esta se encuadra con el tipo de socket utilizado, pero el soporte a nivel de BIOS y de alimentación son dos cosas muy distintas. Así, por ejemplo, si queremos montar un procesador Ryzen 5000 en una placa base AM4 con chipset X370 no tendremos ningún problema durante el proceso de instalación física, ya que el chip encajará a la perfección en el socket, pero si no hemos actualizado la BIOS de la placa base este no funcionará, y el equipo no arrancará.

Una vez superado el escollo de la BIOS tenemos otra cuestión importante que valorar, la capacidad del VRM de nuestra placa base de alimentar el procesador sin que las temperaturas alcancen niveles anormalmente altos. Es un tema al que no siempre le prestamos la atención que merece, y esto acabar dándonos disgustos importantes.

Si el VRM de nuestra placa base tiene un diseño típico de la gama baja, con 4+1 fases, por ejemplo, el sistema tenderá a calentarse mucho más que otro con un diseño de 8+1 fases. Es importante que tengáis en cuenta que cuando la alimentación pasa a través de más fases se reduce el estrés y el calor generado, y cuando se reduce el número de fases ocurre todo lo contrario.

Esto no significa que una placa base con menos fases puede entregar menos potencia que otra con más fases, simplemente indica que la primera generará mucho más calor que la segunda, con todo lo que ello puede suponer de cara a sufrir thermal throttling y problemas de estabilidad. Sobre este tema Hardware Unboxed publicó una serie de vídeos muy interesantes, donde demuestra el impacto que puede tener el VRM en una placa base cuando se utiliza con procesadores potentes, y exigentes.

Notas finales: Piensa en tus necesidades, y en tu presupuesto

Al final esta es una de las decisiones más complicadas que debemos tomar a la hora de montar, o de actualizar, un PC, pero acertaremos si partimos de esas dos claves, nuestras necesidades reales a medio y largo plazo y nuestro presupuesto.

Tened presente que si la placa base que necesitamos excede nuestro presupuesto es mejor esperar a poder comprarla, ya que si nos hacemos con otra que no cumple con nuestras necesidades es probable que la experiencia de uso que tengamos no sea óptima, y tendremos que sufrirla durante varios años.

Entiendo que, con la gran cantidad de placas base que podemos encontrar ahora mismo en el mercado, tomar una decisión puede llevarnos más tiempo del que nos gustaría, pero la información es poder, y nos será de gran ayuda en este sentido. Por eso, os recomiendo que echéis un vistazo a la guía de placas base que publicamos a finales del año pasado. Tiene pendiente una actualización, pero es un contenido de valor que os será muy útil para elegir vuestra nueva placa base.

Os confirmo que cuando lleguen al mercado los procesadores Ryzen 7000 y Core Gen13 y las nuevas placas base para estos chips la pondremos al día. Si todo va según lo previsto, esas nuevas generaciones estarán disponibles entre el tercer y el cuarto trimestre de este año.

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