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Cinco mentiras sobre las consolas que ya es hora de olvidar

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Al contrario de que lo opinan algunos de mis más profundos detractores, la verdad es que siempre me han gustado las consolas, de hecho llevo más  casi 35 años disfrutando de ellas, y por mis manos han pasado casi todos los modelos que han llegado al mercado. Aún tengo algunas cuentas pendientes, como por ejemplo la Colecovision de 1982, pero en general estoy bastante contento porque he tenido la suerte de probar casi todo lo que ha llegado al mercado.

Xbox fue, sin duda, una de mis consolas favoritas porque ofrecía una experiencia totalmente nueva, y porque tenía una potencia extrema para la generación en la que se situaba, pero sin duda mi preferida de todos los tiempos es Dreamcast, la última consola de SEGA y un auténtico punto de inflexión en el sector, tanto por las novedades que introdujo como por el excelente catálogo de juegos con el que contó, entre los que se encuentran algunos de mis grandes «fetiches», como por ejemplo la saga Shenmue o Resident Evil Code Veronica.

Siempre fui también un amante del PC, y gracias a esto he tenido la suerte de poder compaginar ambos mundos durante muchos, muchos años. He vivido la evolución de las consolas y del gaming en PC, he profundizando constantemente en cada uno de los cambios que se producían, y también en las novedades técnicas más importantes que hacían que estos fueran posibles.

A lo largo de toda esa evolución he visto cambios y saltos generacionales realmente impresionantes, y también he sido testigo de como el sector de las consolas, y el de los videojuegos en general,  pasaba de ser algo considerado principalmente para niños (años ochenta y mediados de los noventa) a convertirse en un mercado de miles de millones de euros que entusiasmaba a personas de todas las edades.

Ha sido toda una aventura, pero por desgracia no todo ha sido positivo. Por el camino se fueron produciendo situaciones bastante tóxicas, y de ellas derivaron numerosos mitos y mentiras que todavía existen a día de hoy, y que nos hacen tener una imagen de las consolas completamente errónea. Todo esto ha sido precisamente lo que me ha animado a escribir este artículo, donde voy a compartir con vosotros cinco mentiras sobre las consolas que tenemos que superar de una vez.

1.-Las consolas equivalen a un PC tope de gama

Así es la APU de PS5.

Esta es una de las mentiras más grandes, más problemática y más perjudiciales para los consumidores, pero también es una de las más beneficiosas para los responsables de cada nueva generación de consolas. No es difícil de entender, piensa que cuando logras convencer a medios y a usuarios de que una consola tiene una potencia de la que realmente carece al final estás impulsando sus ventas, y estás generando una sensación de valor precio-prestaciones que es totalmente irreal.

He vivido esta situación en muchas ocasiones. Me acuerdo cuando un conocido me dijo hace muchos años que su Sega Saturn era más potente que mi PC, un Pentium a 133 MHz y corrió a enseñarme Quake. Lo invité a mi casa a ver dicho juego funcionando en mi ordenador y no supo qué decir, la diferencia era enorme y sí, obviamente funcionaba mejor en mi equipo. Lo mismo me sucedió en diferentes generaciones con otras consolas, porque aunque pueda sorprender a algunos al final esa «guerra» entre PCs y consolas siempre ha estado ahí.

Una consola es un sistema cerrado que utiliza componentes que deben funcionar en un espacio muy limitado, con valores de consumo y de temperatura muy contenidos, y que encima deben tener un coste ajustado para que el precio de venta no se dispare. Esta sencilla descripción debería ser más que suficiente para que cualquier persona, incluso aquellas con menos conocimientos sobre tecnología, entienda que una consola no puede estar a la altura de un PC tope de gama por simple lógica.

Con esto no quiero decir que una consola no ofrezca un valor interesante, de hecho ocurre todo lo contrario. Las consolas suelen ser una opción excelente en relación rendimiento-coste durante la primera fase de su ciclo de vida, que es cuando mayor potencia ofrecen dentro del contexto de la situación tecnológica del momento, y cuando tiene un precio mejor ajustado en ese sentido. Según pasa el tiempo ese valor se va diluyendo porque va evolucionando el mundo del PC, y porque van llegando nuevos componentes más potentes que hacen que bajen de precio los anteriores.

Lo que estoy desmintiendo, y criticando, es esa mentira que nos venden de que una consola tiene una GPU que rinde como una tarjeta gráfica de 1.200 euros, o que su procesador es tan potente como un chip de 400 euros. No es así, y lo único que hay detrás de esto es una absurda campaña de marketing de la que son culpables tanto compañías como medios y usuarios. Al final cada uno cree lo que quiere creer, eso está claro, pero esto no cambia que la realidad objetiva es y será siempre la que es.

2.-Utilizan componentes y tecnologías exclusivas

Xbox por dentro. Imagen por cortesía de Copetti.org.

Esto fue cierto hace unos años, pero dejó de serlo con la llegada de PS4 y Xbox One, y también con PS5 y Xbox Series X-Series S. Todas estas consolas utilizan una APU de AMD que integra una CPU x86 cuya arquitectura existe en PC, y una GPU Radeon cuya arquitectura también se ha utilizado en el mundo del PC. Sí, es cierto que tienen diseños semipersonalizados porque no hay APUs tan potentes a nivel de GPU disponibles en compatibles, pero ni sus componentes ni sus tecnologías son exclusivas.

Nada mejor que un ejemplo para ilustrarlo. Xbox 360 utilizaba un procesador PowerPC de tres núcleos llamado Xenon a 3,2 GHz, y venía acompañado de una GPU llamada Xenos, desarrollada por la extinta ATi, que fue sin duda una de las más avanzadas de su época, no tanto por la potencia que ofrecía, sino porque fue el primer núcleo gráfico de consumo general que utilizó una arquitectura de shaders unificados. Pensad que esta consola llegó en noviembre de 2005, y que la arquitectura Tesla de NVIDIA no llegaría  al mercado hasta noviembre de 2006, así que en su momento no tenía una equivalencia gráfica en PC.

La otra cara de la moneda la tenemos en Xbox One, una consola que utilizó una APU AMD con una CPU basada en la arquitectura Jaguar de bajo consumo, equivalente directo a los criticados Intel Atom, y que incluía una GPU Radeon basada en la arquitectura GCN, la misma que podíamos encontrar en las Radeon HD serie 7000, y que estaba configurada con solo 768 shaders. Esto, unido a su bus de 128 bits y al uso de memoria unificada DDR3, convirtió a la consola de Microsoft en una solución mucho menos potente que PS4.

Con la llegada de PS5 y Xbox Series X nada ha cambiado, ambas consolas vuelven a utilizar una APU AMD con CPU Zen 2 recortada enormemente, tanto a nivel de FPU como de frecuencias y de caché L3, y tienen una GPU Radeon que también se ha visto enormemente recortada, ya que funcionan a frecuencias mucho más bajas que sus equivalentes en PC y no tienen caché infinita, lo que obviamente acaba lastrando el rendimiento, sobre todo cuando se utilizan resoluciones elevadas.

3.-Envejecen mejor porque se optimizan más los juegos

Como he dicho, una consola utiliza un hardware cerrado, y lo mismo aplica al software. Es verdad que esto tiene un lado positivo, y es que para los desarrolladores es más fácil sacar adelante sus trabajos sobre un hardware delimitado e inmutable que se mantendrá durante ocho, nueve o incluso diez años. Sin embargo, esto no quiere decir que siempre se vayan a optimizar mejor los juegos.

No debemos confundir conceptos. Optimizar es cuando un juego se ha desarrollado de tal manera que es capaz de ofrecer una experiencia buena sobre un hardware concreto, que se ve exprimido al máximo. Esto sucede durante el primer ciclo de vida de las consolas, pero tarde o temprano se termina y lo que nos encontramos son sacrificios y un estancamiento a nivel tecnológico y jugable que llevamos años notando.

Reducir la resolución de 1080p a 900p, utilizar calidades inferiores al equivalente a nivel bajo en PC, incluir resolución dinámica que pueda llegar incluso a caer a 720p y mover un juego a 30 FPS con una geometría propia de PS3 no es optimizar, es recortar y trocear un juego para meterlo con calzador en el hardware de una PS4 o de una Xbox One. Obviamente esto tampoco hace que una consola envejezca mejor, la convierte en un zombi que recibe siempre los mismos juegos (en estilo, planteamiento y jugabilidad.)

La misma historia aplica a muchos otros juegos, como por ejemplo la versión de Crysis para PS3 y Xbox 360, o DOOM III y Half-Life 2 para Xbox, que aún siendo un logro dignos de mención al final no dejaron de ser versiones súper recortadas que no ofrecía una experiencia realmente buena, especialmente el título de Valve, que tenía caídas de FPS enormes. Puedo dar fe de ello, compré ambos en su momento, de hecho opté por la edición especial con caja metálica en el caso de DOOM III. Jugué a los dos en la Xbox original y en un PC con una GeForce 6600 GT, y había un mundo de diferencia. No, no podemos hablar de optimización, sino de recortes y sacrificios, una práctica que todavía hoy domina el mundo de las consolas.

4.-Son más rentables que un PC equivalente

PSN Plus

Esto tiene una parte de verdad, pero también una parte de mentira, y por ello merece estar en este artículo. Una consola puede ser más rentable que un PC si nos limitamos a tener en cuenta la relación precio-hardware en esa primera etapa de su ciclo de vida, y si la comparamos directamente con un PC equivalente. En este caso sí, la diferencia puede ser grande, pero esto solo es la punta del iceberg.

Para disfrutar de una buena experiencia con una consola necesitas una televisión que esté a su altura, así que es probable que tengas que acabar invirtiendo dinero en comprar una televisión nueva, ya que no creo que todo el mundo tenga un modelo 4K con soporte de VRR. Por otro lado, también tendrás que comprar juegos y deberás pagar una cuota mensual para poder jugar en línea con tus amigos, y para disfrutar de las funciones online de tus juegos favoritos.

Los juegos de consola son casi siempre más caros que los de PC, tardan más en bajar de precio y no suelen ser el objetivo de campañas masivas de ofertas. Por otro lado, hay que tener en cuenta que una consola no ofrece las mismas posibilidades de uso que un ordenador, y que por tanto esto también debe influir en esa idea de rentabilidad que, al final, queda muy diluida en cuanto empezamos a profundizar un poco en todo lo que hay detrás del uso diario de una consola.

Con la diferencia que representa el mayor coste de los juegos en consola, y la cuota añadida del modo online, un usuario medio podría acumular al año suficiente dinero para montar un PC económico de gama media. No exagero, haz números: compra de dos juegos al mes con una diferencia media de precio frente al PC de 20 euros más son 40 euros al mes, que multiplicados por doce meses nos da 480 euros, más 50 euros por el modo online (un año) nos deja un total de 530 euros. El Game Pass sería una excepción a todo esto, pero también está disponible en PC.

5.-Los juegos funcionan mejor en consola que en PC

control consolas PS4

Imagen cortesía de DigitalFoundry

Esta mentira está relacionada con el punto tres, aunque también hay una parte de verdad. Nos encontramos en un momento en el que los desarrolladores parten de la base de las consolas a la hora de llevar a cabo cualquier proyecto, lo que significa que dependiendo del modelo que forme esa base dicho juego tendrá unas limitaciones más o menos marcadas.

También es cierto que esto ha hecho que los desarrolladores hayan caído en prácticas muy criticables, que no optimicen como deben las versiones de PC, y que estas acaben llegando con problemas de precarga de shaders, lo que acaba produciendo stuttering, con cuellos de botella enormes a nivel de CPU, lo que impide un correcto aprovechamiento de GPUs tope de gama, o incluso con errores y fallos graves que afectan más al plano jugable.

Sin embargo, que centren sus esfuerzos en las consolas no quiere decir que los juegos funcionen mejor en consolas. Estos van recortados y ajustados en todo lo que sea necesario para encajar en una consola, aunque sea con calzador, y aunque para ello se tengan que utilizar ajustes de calidad ultra bajos que convierten el título en un lienzo borroso, pero incluso en esos casos no es raro encontrarnos con problemas de stuttering y con tasas de fotogramas por segundo muy bajas.

Uno de los casos más sonados fue Control, que tenía momentos en los que se convertía en un pase de diapositivas en PS4 y Xbox One, y recientemente también ocurrió con Cyberpunk 2077, un juego que queda grande incluso a PS5 y Xbox Series X. Que no te engañen, un juego no funciona mejor en consola que en PC, simplemente puede estar mejor ajustado (recortado) para que esta pueda moverlo con menos problemas a pesar de sus limitaciones, pero esto no significa que funcione mejor, ya que tendrá recortes más marcados para poder mantener esa fluidez que le hace parecer superior.

Sí, jugar en consolas sigue teniendo ventajas, y esto no va a cambiar ni a corto ni a medio plazo, pero muchas de las ventajas clásicas que rodeaban a este tipo de sistemas han desaparecido, o se han difuminado tanto que ya no tienen ni de lejos el mismo valor que hace unos años, y esto sí que acabará yendo cada vez a más.

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