A Fondo
¿En qué fijarse para comprar un televisor? Guía de compra
Escoger un televisor puede parecer una tarea complicada, dada la diversidad de características y tecnologías existentes, pero si nos fijamos en una serie de aspectos acertaremos con su compra.
Hay mucho donde elegir y con una horquilla de precios muy flexible, que se irá abaratando en función de si renunciamos a determinadas funciones o no.
Pero antes de entrar en materia, lo primero que debemos pensar es si queremos que nuestro nuevo televisor sea un Smart TV o no.
Smart TV or not to be, esa es la cuestión
Por una parte, si queremos navegar por Internet a toda pantalla desde el sofá, ver canales de televisión online a la carta, utilizar apps como Facebook, Twitter o e-mail o reproducir archivos multimedia que tengamos alojados en nuestro ordenador sin tener que conectar nada, sin duda se trata de una excelente opción.
Pero por otra parte, la falta de un estándar concreto y la diversificación de plataformas disponibles puede complicar las cosas (desde los sistemas operativos de Samsung y LG hasta Android, Web OS, Firefox OS y tantos otros que, de hecho, aún están por llegar). En todas ellas encontraremos aplicaciones e infinidad de utilidades, pero bien es cierto que la experiencia de usuario sigue sin «despejar la x» y dar con la fórmula magistral que todos esperamos.
Además, conviene cerciorarnos de que el navegador sea libre (no bloqueado a algunas páginas) y que soporte flash si vamos a ver determinados vídeos online.
Por norma general, si pretendemos actualizar la versión del sistema operativo de nuestro Smart TV no suele ser sencillo, y muchos modelos, aunque sigan siendo plenamente funcionales, pueden quedarse obsoletos en ciertos aspectos. Por ello, puede que nos compense más recurrir a dispositivos de «quita y pon» que nos permitan convertir un televisor con salida HDMI en una Smart TV (ya sea mediante un dongle o llavero USB con Android, un Apple TV u otras soluciones disponibles). Además, lo que ahorraremos de entrada decantándonos por un modelo «no inteligente» lo podemos invertir en uno de estos aparatos externos.
¿Pantalla LED o IPS?
Otro factor importante al que atender es el tipo de tecnología empleado en el panel de la pantalla. LED es la tecnología predominante en el mercado, que parece haber ganado definitivamente la batalla frente al plasma. Si el televisor es de tipo IPS, mucho mejor, ya que ofrece colores más vivos y mejor ángulo de visión que el LED tradicional basado en paneles TN.
En cuanto a otros extras como el visionado en 3D, no es algo que termine de despegar y ya hay grandes cadenas como la BBC o ESPN que han decidido aparcar sus emisiones de este tipo por falta de interés del público. Su presencia encarecerá el precio final del televisor, y es preferible invertirlo en otros apartados más interesantes a menos que lo consideremos como algo irrenunciable.
A vueltas con la resolución
Unido al tipo de pantalla, nos encontramos con otro valor que se suele resaltar comercialmente: la resolución. Lo más habitual es encontrarnos con HD Ready (720p) o Full HD (1.080p), y a menos que nuestro presupuesto sea limitado lo preferible es decantarse por el Full HD. Eso sí, en función de la distancia que haya de nuestro sofá al televisor o de su tamaño en pulgadas, puede que apenas notemos la diferencia. Por ejemplo, en televisores de 32″ la resolución HD Ready puede ser más que suficiente para la mayoría de los casos, a menos que vayamos a emplazarla muy cerca de donde nos sentemos.
Y en la enésima vuelta de tuerca tecnológica, ahora las grandes compañías están empezando a apostar por la resolución UHD y 4K, con calidad cristalina pero que todavía tiene precios prohibitivos y que apenas dispone de contenidos que se puedan aprovechar realmente. Habrá que esperar todavía un tiempo para se conviertan en una opción de compra interesante fuera del sector premium.
Al margen de la resolución, otra característica importante son los hertzios o la frecuencia de refresco. Cuando mayor sea, más imágenes por segundo podrá mostrar el televisor sin problemas. Su rango más habitual se mueve desde los 50 hasta los 200 Hz, siendo lo recomendable partir de un mínimo de 100 Hz.
Tamaño en pulgadas
A menos que estemos buscando un televisor para una estancia secundaria de nuestra casa, no conviene bajar de las 32 pulgadas, y para el salón lo preferible es movernos por encima de las 40 pulgadas.
Sea como fuere, existe un cálculo orientativo para saber qué tamaño nos conviene: las recomendaciones de la SMPTE (Society of Motion Picture and Television Engineers) indican que la distancia entre la tele y nosotros sea, al menos, del doble de lo que mide el ancho del televisor, y que la máxima no lo supere en cinco veces.
Otro cálculo mucho más sencillo es añadir 50 centímetros de distancia entre la zona de visionado y donde vayamos a emplazar el televisor por cada 10 pulgadas que tenga la pantalla. Así, un televisor de 40″ resultaría perfecto para verlo desde 2 metros, por ejemplo.
Conexiones
Lejos quedan los tiempos en los que el inefable euroconector era la interfaz de conexión predominante. Ahora el HDMI es el indiscutible protagonista, y con él, además de disfrutar de calidad digital, podemos conectar infinidad de dispositivos: desde tabletas y teléfonos móviles hasta, por supuesto, videoconsolas, ordenadores, reproductores Blu-ray y demás aparatos habituales en el salón.
Lo ideal es que al comprar un televisor disponga de al menos tres puertos HDMI para no quedarnos cortos, y si además ofrece otras alternativas como un euroconector por si acaso tenemos aparatos más antiguos basados solo en esta interfaz, mejor que mejor.
En cuanto a puertos USB se refiere, puede que solo permitan la reproducción de contenido desde un medio de almacenamiento externo o (mejor aún) que también dispongan de función de grabación.
Y para terminar, si dispone de puerto Ethernet para conectarnos a Internet mediante cable, siempre será una opción más rápida (aunque puede que más engorrosa, en función de donde tengamos colocado el router) que el WiFi. Al respecto, hay modelos con WiFi integrado o con WiFi opcional a través de un adaptador, pero si como hemos comentado al principio piensas decantarte por un dispositivo externo para hacer las funciones de Smart TV, no te hará falta.
Fundamental: probar antes de comprar
Como último consejo, al margen de consideraciones técnicas, uno de sentido común: comprueba in situ la calidad del televisor. Sobre el papel todo suena muy bonito, pero hasta que no estamos frente a la pantalla no sabremos si lo ofrecido nos convence o no. Para probarlo, mejor con una película con mucha acción y en la que haya imágenes oscuras que una de animación a todo color, ya que así comprobaremos si las imágenes en movimiento dejan mucha estela y si los textos son poco legibles y sabremos si los niveles de contraste y brillo son suficientes.
Asimismo, también conviene prestar atención a detalles como el mando a distancia (con retroiluminación o no, con disposición cómoda de las teclas o funciones avanzadas de control por movimiento…) y el sistema de menús incluido, para ver si nos resulta fácil de utilizar y tiene todo lo que necesitemos.
[Imágenes: Shutterstock.com]
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