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Cómo mejorar el rendimiento de tu tarjeta gráfica sin gastar dinero, y sin asumir riesgos

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Comprar una nueva tarjeta gráfica a un precio normal es algo que, hoy por hoy, resulta imposible, y por desgracia todo parece indicar que esta situación no va a cambiar durante 2021. Con esto quiero decir que, salvo sorpresa, es muy probable que la situación no se empiece a normalizar hasta 2022.

Esta realidad a obligado a muchos usuarios a seguir utilizando su tarjeta gráfica, ya que actualizar es algo inviable ahora mismo, salvo que estemos dispuestos a aceptar precios de auténtica locura. Por ejemplo, la RTX 3080 de NVIDIA, que tiene un precio recomendado de 719 euros en su versión Founders Edition, se vende a precios que van desde los 1.300 hasta más de 1.900 euros.

¿No te impresiona? Pues debería, la situación se ha desmadrado hasta tal punto que la gente está vendiendo notificaciones de stock de tarjetas gráficas, y precisamente la RTX 3080 es una de las más demandas. Como ya os hemos contado en ocasiones anteriores, el principal causante de esta situación lo tenemos en la elevada demanda que proviene del sector dedicado al minado de criptodivisas, que ha drenado totalmente el mercado.

Ahora mismo, lo más inteligente que podemos hacer es estirar al máximo nuestra tarjeta gráfica y esperar a que el mercado se normalice. Entiendo que, para algunos, esto puede ser complicado, sobre todo si ya estabais empezando a notar una falta considerable de rendimiento con vuestra tarjeta gráfica, o si habíais actualizado por partes y solo os faltaba renovar dicho componente.

Para ayudaros a llevar un poco mejor la situación, voy a compartir con vosotros una serie de consejos que os ayudarán a mejorar, de forma directa y verdaderamente efectiva, el rendimiento de vuestra tarjeta gráfica, sin coste y sin tener que asumir ningún tipo de riesgo.

1.-Actualiza los drivers de tu tarjeta gráfica

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Empezamos por lo más fácil, aunque curiosamente también es lo más efectivo. Si tienes una tarjeta gráfica muy antigua, su soporte se habrá visto reducido, y es muy probable que ya no consiga aumentos importantes de rendimiento, pero en algunos casos puedes experimentar leves mejoras y mantendrás, además, un alto grado de compatibilidad con tu sistema operativo.

Ya sabes que no es bueno mantener un componente desactualizado, y lo mismo aplica a los drivers. Para actualizar los controladores de tu tarjeta gráfica recurre siempre a la web oficial del fabricante:

2.-Ajustes en el panel de control de los drivers

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El panel de control de los controladores de nuestra tarjeta gráfica, tanto de NVIDIA como de AMD, contiene numerosos ajustes que nos permiten personalizar la configuración gráfica de forma general, y también de forma específica, es decir, individualizar configuraciones concretas para aplicaciones determinadas.

Modificar la configuración puede ayudarnos a mejorar el rendimiento de nuestra tarjeta gráfica, aunque a cambio tendremos que sacrificar calidad gráfica. La mejora que experimentemos puede variar en función de cada juego y de cada configuración en concreto, y es evidente que no hará milagros con tarjetas gráficas de gama baja que ofrezcan un rendimiento muy pobre, pero en algunos casos puede ayudarnos a rascar unos pocos FPS y marcar la diferencia, por ejemplo, entre mover un juego a 25 FPS o hacerlo a 30 FPS.

Os recomiendo que empecéis asegurándoos de que tenéis seleccionada la opción de «máximo rendimiento preferido» en el modo de control de energía, y que intentéis afinar al máximo la calidad utilizada en ajustes como el filtrado de texturas, haciendo pruebas paso a paso para lograr el mejor resultado posible.

3.-Utiliza parches y mods: un auténtico salvavidas

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Resulta curioso ver como la comunidad dedicada al mundo del modding ha hecho, en más de una ocasión, el trabajo de los desarrolladores en lo que a optimización se refiere, desarrollando parches y mods fáciles de instalar que nos permiten ejecutar juegos de forma «óptima» en configuraciones de hardware que no llegan al nivel recomendado.

Es importante que tengáis en cuenta dos cosas. La primera es que si nuestro PC está muy por debajo de los requisitos mínimos, estos mods y/o parches no harán milagros, y la segunda es que no aumentan directamente el rendimiento de nuestra tarjeta gráfica, simplemente modifican los ajustes del juego e introducen cambios que permiten utilizar ajustes que, en un principio, teníamos bloqueados.

Por ejemplo, recuerdo que Fallout 4 recibió un mod no oficial que permitía ajustar en tiempo real la distancia de visión de las sombras, algo fundamental para mantener tasas de fotogramas por segundo estables cuando nos movíamos en zonas con muchos edificios en ruinas. También existe un mod para Red Dead Redemption 2 que optimiza los ajustes gráficos y que permite utilizar texturas en calidad media, alta o ultra con tarjetas gráficas que solo cuentan con 2 GB de memoria.

No subestimes el valor de estos parches/mods, pero ten cuidado a la hora de instalarlos y busca solo fuentes de confianza.

4.-Pon a punto tu tarjeta gráfica

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Con el paso del tiempo, el sistema de refrigeración de nuestra tarjeta gráfica acumula polvo y suciedad, la pasta térmica se seca, y las almohadillas térmicas se degradan (esto último ocurre muy a largo plazo, tenedlo en cuenta).

Algo tan simple como desmontar nuestra tarjeta gráfica y limpiar a fondo el sistema de refrigeración puede reducir las temperaturas de trabajo, y de forma notable. Esto puede mejorar el escalado del modo turbo de la GPU y permitir que esta trabaje a mayor velocidad, lo que se traducirá en un aumento del rendimiento.

También podemos desmontar el sistema de refrigeración para cambiar la pasta térmica, y las almohadillas térmicas si es necesario. Este proceso es bastante sencillo en la mayoría de los casos, pero entiendo que supone un riesgo, ya que hay que «trastear» al desmontar la tarjeta gráfica, así que si no estáis seguros de cómo hacerlo, es mejor que busquéis ayuda, ya que no es un buen momento para «romper» una tarjeta gráfica.

5.-Haz overclock, pero con cuidado

No hay duda de que hacer overclock a nuestra tarjeta gráfica es una de las mejores maneras de aumentar su rendimiento de forma gratuita, pero debemos hacerlo con sumo cuidado, ya que subir las frecuencias de reloj aumenta el consumo energético, y también las temperaturas de trabajo.

El overclock nos permite subir las frecuencias de trabajo de la GPU, y también elevar la velocidad de la memoria. Normalmente, la primera es la que más impacto tiene en el rendimiento, así que debemos darle prioridad. También es importante tener presente que tocar la velocidad de la memoria puede darnos problemas de estabilidad muy marcados, aunque estos no tienen porque notarse de inmediato.

Para hacer overclock a vuestra tarjeta gráfica de forma segura, os recomiendo que, antes de intentar nada, hagáis una prueba de estrés para ver qué temperaturas registra a sus frecuencias de stock, y que comprobéis que vuestra fuente de alimentación tiene margen para asumir el consumo extra que supondrá ese overclock.

Una vez que estéis seguros, debéis recurrir a una herramienta de confianza, como MSI Afterburner, subir las frecuencias en intervalos pequeños (+25 MHz, por ejemplo) y comprobar la estabilidad en cada salto. Esto os permitirá afinar al máximo el overclock y encontrar el punto óptimo sin comprometer la estabilidad ni la integridad de vuestra tarjeta gráfica. Con un overclock razonable, puedes llegar a ganar entre un 5% y un 10% de rendimiento. Esto, aplicado a un juego que funcione a 25 FPS, puede suponer una diferencia de 2,5 FPS, lo que nos llevaría a los 27,5 FPS.

Overclockear nuestra CPU, y la memoria RAM, también puede ayudarnos a mejorar el rendimiento en juegos, sobre todo en aquellos que tienen una mayor dependencia de la CPU, y cuando jugamos en resoluciones 1080p e inferiores. Esto puede aumentar el rendimiento de la tarjeta gráfica en muchos casos, ya que cuando nos movemos en esas resoluciones la GPU tiene una dependencia mayor de la CPU para desarrollar todo su potencial.

6.-Mejora el flujo de aire de tu PC

El calor es el gran enemigo de los semiconductores, y obviamente la tarjeta gráfica no es una excepción. Incluso los modelos de generaciones relativamente antiguas, como la serie GTX 900 de NVIDIA, utilizan un modo turbo que ajusta la frecuencia de la GPU en función de las temperaturas de trabajo. Si la temperatura se mantiene en un nivel razonable, la velocidad aumenta, y con ello sube el rendimiento.

Mejorar el flujo de aire en el interior de nuestro PC reducirá la temperatura interna, y esto tendrá un impacto positivo en las temperaturas de trabajo de la tarjeta gráfica. En algunos casos, y en entornos especialmente calurosos, donde la temperatura ambiente sea muy elevada, retirar el panel lateral del equipo puede marcar una gran diferencia, aunque no es lo ideal a largo plazo.

Limpiar el interior del equipo, especialmente los ventiladores, puede ser de gran ayuda, y hacer un mantenimiento a otros componentes para reducir sus temperaturas de trabajo, como cambiar la pasta térmica al procesador, por ejemplo, también puede ayudar a reducir el calor que se acumulará en el interior del chasis. No debemos olvidarnos tampoco de organizar bien el cableado y limitar los obstáculos que puedan afectar al flujo de aire.

7.-Cada juego es un mundo: configura bien los ajustes gráficos

Sé que puede sonar a tópico, pero es algo muy importante que no todo el mundo termina de interiorizar. Los ajustes gráficos pueden marcar una diferencia enorme, tanto que una tarjeta gráfica puede mostrar un buen rendimiento en configuraciones de calidad media, y derrumbarse por completo en ajustes de calidad alta.

Reducir los ajustes gráficos de un juego no aumentará el rendimiento bruto de nuestra tarjeta gráfica, pero sí que bajará la carga de trabajo que esta deberá afrontar, y gracias a ello disfrutaremos de una mayor fluidez. En algunos casos, el sacrificio que debemos asumir es mínimo, ya que muchos juegos escalan muy bien incluso en calidad media. ¿No me crees? Pues piensa que PS5 mueve Control en calidad media-baja.

Con todo, ten en cuenta que cada juego es un mundo, y que en algunos casos debemos intentar mantener algunos ajustes, como las texturas, en calidad alta. Normalmente no vale la pena llegar al nivel de calidad baja, salvo en casos excepcionales en los que la mejora de rendimiento sea muy grande, y el impacto a nivel visual sea «tolerable».

¿Tienes dudas? Pues no te pierdas esta guía dedicada a los ajustes gráficos, donde encontrarás toda la información que necesitas.

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