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Francia contra Apple por «obsolescencia programada» ¿La industria necesita un escarmiento?
La fiscalía francesa ha abierto una causa contra Apple por la supuesta «obsolescencia programada» que estaría practicando la firma de Cupertino al ralentizar el rendimiento de iPhones antiguos, según informan nuestros compañeros de mcpro.
La investigación se produce tras la denuncia de consumidores y especialmente de una asociación francesa (HOP) que lucha expresamente contra unas prácticas que están recogidas en la normativa francesa como un fraude más y puede castigarse hasta con penas de prisión y cuantiosas multas de hasta el 5% de sus beneficios anuales. Epson también está siendo investigada en Francia por estas causas. HOP lo tiene claro: «Apple estableció una estrategia global de obsolescencia programada con el objetivo de aumentar sus ventas».
Ya advertíamos que el caso de la ‘pérdida de rendimiento’ de los iPhones de anteriores generaciones iba a traer cola. Hace unas semanas, un informe de Primate Labs (la compañía detrás del benchmark Geekbench) aseguró en su blog que los procesadores de los iPhones reducían su velocidad a medida que las baterías acumulaban meses de uso e iban perdiendo su capacidad original.
Sólo después que el caso saltara a los grandes medios y se acumularan las críticas en agregadores como Reddit, Apple reconoció que los iPhones se volvían más lentos con la edad, aunque negó que se tratara de algo planificado. La explicación que se trababa de una técnica deliberada impuesta vía software para “proteger sus componentes electrónicos» adecuándola al estado de las baterías no convenció al personal. Más bien provocó que los usuarios bien informados se partieran de la risa. Los no afectados, se entiende.
Y llegaron las primeras demandas, hoy generalizadas como colectivas en Estados Unidos por fraude, enriquecimiento ilícito y publicidad engañosa al limitar «intencionadamente» el rendimiento con el objetivo de «inducir» al usuario a comprar un modelo nuevo. Apple pidió disculpas por el «malentendido» y estableció un programa de rebajas de las baterías de los terminales afectados.
El caso de la justicia francesa eleva el nivel de un caso que no sabemos como terminará. Y no es el primero contra Apple. La compañía perdió un juicio contra los consumidores en Estados Unidos porque se llegó a demostrar que la batería del reproductor multimedia iPod estaba programada para durar exactamente 18 meses. Como era de esperar, la sustitución costaba un gran porcentaje de su precio de venta.
¿Existe la «obsolescencia programada» en tecnología?
Por supuesto que sí y hemos sido muy críticos con ella en anteriores editoriales. El problema es demostrarlo frente a los gigantes tecnológicos. Y no se trata sólo de Apple, es una cuestión ilegal e inmoral que se extiende por toda la industria.
Se pueden contar todo tipo de casos de otros fabricantes y componentes, pantallas de visualización que palidecen, memorias que presentan errores aleatorios, bisagras de portátiles que se parten, fuentes de alimentación que no cargan o simplemente lámparas que duran unas pocas semanas, mientras que la famosa bombilla del parque de bomberos de la ciudad californiana de Livermore lleva encendida sin apagarse 116 años. Es una simple anécdota, pero intenta repetirlo con un producto actual. Y eso que no hablamos de software, otra fuente de obsolescencia programada especialmente en móviles inteligentes.
Nos tememos que mientras no se produzca un castigo ejemplar la obsolescencia tecnológica va a continuar. Especialmente en lo que se refiere a la obsolescencia programada o planificada que conoces de memoria: una técnica por la que un fabricante estudia y calcula un tiempo de vida limitado de un producto electrónico o componente y lo desarrolla bajo ese parámetro temporal.
Cuando se cumple el plazo, el equipo cae en desuso al mostrar un rendimiento insuficiente en comparación con los modelos actuales o lo que es peor, el equipo se avería y el gran coste de la reparación o la imposibilidad de hacerlo, obliga a comprar uno nuevo. En definitiva, el producto electrónico queda obsoleto, no funcional, inútil o inservible en un tiempo determinado por el fabricante. El objetivo no es otro que vender nuevos modelos y seguir la cadena.
¿Ningún aparato electrónico dura tanto como antes? Claramente no. Cuando disponemos de la capacidad tecnológica para fabricar productos de larga vida útil y un buen número de servicios de mantenimiento y reparación, es cuando menos duran los productos. Consecuencia de la manera de funcionar de la industria actual (vender, y vender), provocando un gasto innecesario y un gravísimo problema de basura electrónica y tratamiento de recursos.
El Parlamento europeo pretende tomar el toro por los cuernos y hace unos meses pidió a la Comisión, a los Estados miembros y a los productores la adopción de medidas para garantizar que los consumidores disfrutaran de productos durables y de alta calidad que pudieran ser reparados y mejorados. Amén.
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