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¿Quién lee revistas en el iPad?

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Cuando hace casi cuatro años se presentó el primer iPad, los editores de revistas se frotaron las manos: habían encontrado una tabla de salvación. La teoría era sencilla. Los lectores que habían dejado de comprar revistas de papel, empezarían comprarlas en formato digital teniendo por primera vez a su disposición un dispositivo cómodo con el que leer tantas revistas y periódicos como se les antojase. Nada podía salir mal.

La aventura la comenzó Wired (publicación de referencia en el campo de las nuevas tecnologías) que en mayo de 2010 lanzaba su primer número adaptado a las características del iPad, ofreciendo los nuevos números desde su propia app.

Pronto se multiplicó la oferta y comenzaron a surgir todo tipo de iniciativas que querían convertir el iPad (y más tarde cualquier tablet) en el dispositivo preferente desde el que consumir este tipo de contenidos. Así hemos visto desde apps que se limitan a ofrecer el PDF de la publicación (Zinio, Kioskoymás), las que afirman ser nativas para el iPad (Nativos Digitales, iMAG, Unbreak), o las que ponen su oferta de valor en ofrecer contenidos extra a sus suscriptores de papel (Orbyt).

Hemos asistido al nacimiento y la caída de “The Daily” (el medio de comunicación de Rupert Murdoch pensado para el iPad), al esfuerzo de Adobe para crear una nueva versión de InDesign para crear revistas digitales y finalmente hemos descubierto como en iOS 5 Apple presentaba Newsstand, el hub definitivo que nos iba a permitir tener ordenadas todas las revistas a las que estábamos suscritos.

Han pasado cuatro años desde que se presentó ese primer Wired y la profecía no se ha cumplido. Como nos cuentan en GigaOM, los usuarios no se han visto seducidos por la supuesta propuesta de valor que prometían las revistas digitales y por lo tanto, el cambio en el modelo de consumo, no se ha producido.

Podemos encontrar varios responsables sobre por qué el consumo de revistas digitales no acaba de despegar (el tamaño de las descargas, la política de precios, la falta de un valor añadido, etc.) pero tal vez el origen se encuentre en la vieja (pero todavía muy vigente) teoría de Marshall MacLuhan que afirmaba que “el medio es el mensaje” o lo que es lo mismo: que cada tipo de medio de comunicación (televisión, radio, papel) construye sus propios códigos, sus propios mensajes y por lo tanto informan de forma distinta.

Esto con las revistas digitales no se ha producido. El mensaje se ha mantenido intacto y los editores se han limitado a digitalizar los contenidos, sin que el medio en sí mismo, fuese realmente digital.

Los que sí han entendido cómo deben funcionar las publicaciones digitales han sido los agregadores de medios. Apps como Flipboard, Zite, Google Currrents y otros han entendido cómo en la personalización, en la integración de servicios externos, en la incorporación de la capa social y en el poder compartir los contenidos, se encuentra la esencia de la verdadera publicación digital

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