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Términos de servicio: ni los leemos ni son entendibles

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Dos profesores de derecho han analizado científicamente los términos de servicio y condiciones de inicio de sesión de los 500 sitios y servicios web más populares de Estados Unidos. La conclusión es la que puedes leer en el titular. No, hay que reconocer que no los leemos, pero es que aunque lo hiciéramos tampoco los entenderíamos.

El nivel promedio de legibilidad de los términos de servicio revisados ​​fue comparable a los artículos de revistas académicas, aseguran los profesores en un artículo publicado en Social Science Research Network. Y es un grave problema porque este tipo de acuerdos entre usuario y empresa son de obligado cumplimiento legal. Ya sabes el dicho: «no leer un contrato antes de aceptar sus términos no exime a la parte de sus obligaciones en virtud del contrato».

“Si bien se espera o se presume que los consumidores lean sus contratos, las empresas no están obligadas a escribir contratos legibles. Esta asimetría, y sus posibles consecuencias, nos desconcertaron», describió el coautor Samuel Becher, profesor de derecho en la Universidad Victoria de Wellington en una explicación del estudio a Motherboard.

Cualquier usuario hemos tenido que pasar este trámite en decenas de ocasiones. Nos registramos en un servicio web y se nos pide marquemos la casilla que dice que estamos de acuerdo con los términos del servicio o ToS. Estos acuerdos, incluyen generalmente cláusulas sobre propiedad intelectual, usos prohibidos y amplia documentación legal.

La mayoría de nosotros aceptamos los términos sin molestarnos en leer la letra pequeña ni la grande. Pero con estos tipos de contratos relativamente nuevos, conocidos como acuerdos de firma en recapitulación, existe el peligro de hacer clic en «aceptar» sin leerlos o comprenderlos. Aunque luego en caso de problemas o cualquier disputa sean de obligado cumplimiento. 

Primer estudio de legibilidad de los Términos de servicio

Hasta ahora, la legibilidad de los términos de servicio y acuerdos de inicio de sesión nunca habían sido analizados formalmente. Dos profesores de derecho lo han hecho, bajo dos pruebas ampliamente aceptadas en investigación. Una es la prueba Flesch-Kincaid (F-K), que utiliza una fórmula para estimar el nivel de grado requerido para entender el texto. La otra, la prueba Flesch Reading Ease (FRE), que localiza la longitud promedio de las oraciones y el número de sílabas en una fórmula para desarrollar una puntuación de 1 a 100.

La mayoría de los estudios sobre legibilidad sugieren que los textos orientados al consumidor deben escribirse a un nivel de lectura de no más de octavo grado (sistema educativo estadounidense – chicos de 13 a 14 años) cuando se usa la prueba F-K o tener una puntuación FRE de 60 o más.

Los hallazgos de los investigadores fueron terribles. Solo dos de los quinientos contratos analizados cumplieron con esos estándares, mientras que los otros 498 obtuvieron un puntuación de FRE por debajo de 60 y necesitaron un promedio de más de 14 años de educación para comprenderlos.

Son contadas las compañías que facilitan su entendimiento a los consumidores con versiones más accesibles al documento legal. Solo el 4,8 por ciento de los sitios analizados ofrecen un texto explicativo complementario. Si bien esto puede aliviar los problemas de legibilidad e incluso inyectar algo de diversión en documentos por lo demás monótonos, para los investigadores también plantean problemas. “¿Qué partes del texto son vinculantes? En caso de disputas, ¿deberían los tribunales preferir un tipo de texto sobre el otro?», se preguntan en el estudio.

Si bien no hay una única solución para todos los problemas que presentan los términos de servicio y los acuerdos de inicio de sesión obligatorios para acceso a todo tipo de servicios web, las agencias federales y estatales de Estados Unidos ya están utilizando las pruebas F-K y FRE para garantizar que documentos como formularios de impuestos o planes de beneficios de salud, sean legibles.

Los investigadores sugieren que ello se debería convertir en una norma general de cumplimiento para la redacción de todos los contratos de consumo de este tipo. Y no solo en servicios web, claro, lo mismo ocurre en la compra de cualquier tipo de software o dispositivo de hardware.

Los consumidores deberíamos leer a fondo este tipo de contratos, pero justo es reconocer que no lo hacemos. Seguramente tampoco entenderíamos todos sus términos. Y por otro lado, si no estamos de acuerdo con alguno, qué hacemos, porque no hay otra fórmula que no usar el servicio, software o hardware en cuestión si no aceptas sus términos de servicio. Un problema a resolver. Vía | Motherboard – Imagen | Shutterstock

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