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Las actualizaciones de Windows 10 y Windows 11 tendrán una fecha de caducidad

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No hay duda de que las actualizaciones de Windows 10 han sido, desde sus inicios, una parte más de la «experiencia de uso obligatoria», y problemática, de dicho sistema operativo, y con Windows 11 va a ocurrir exactamente lo mismo, aunque con matices, ya que en esta nueva versión las actualizaciones semestrales nos dirán adiós, y dejarán paso a una nueva etapa de actualizaciones anuales.

Esas son las más importantes porque introducen nuevas funciones y características, pero es importante tener claro que no todas las actualizaciones de Windows son iguales. Así, esas actualizaciones semestrales, y las futuras actualizaciones anuales de Windows 11, coexisten con las actualizaciones de seguridad y de calidad que Microsoft lanza en ciclos más cortos, y que tienen un carácter voluntario u «obligatorio», en función de su importancia.

Por ejemplo, el clásico parche del martes se ha convertido en todo un referente cuando hablamos de las actualizaciones de Windows. Este tiene, como objetivo principal corregir errores e introducir mejoras a nivel de seguridad y de estabilidad, y salvo que tengamos pausadas las actualizaciones, se descargará y se instalará de forma automática en nuestro PC. Por contra, las actualizaciones opcionales que contienen correcciones de errores no siguen ese proceso.

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Podemos pausar las actualizaciones de Windows 10, y lo mismo aplica a Windows 11. Microsoft fue bastante generosa en este sentido, algo que sin duda se agradece, pero que, al final, puede acabar siendo contraproducente si no utilizamos esta opción de una manera inteligente. La razón es muy sencilla, si posponemos la instalación de dichas actualizaciones durante demasiado tiempo puede que, al final, nos encontremos con una acumulación de actualizaciones nada deseable.

Sí, a nadie le gusta encontrarse con una enorme cantidad de actualizaciones pendientes que tienen que ir instalándose de forma ordenada y que tienen, además, un tamaño considerable. Pues bien, ahí es donde entra en juego la fecha de caducidad de las actualizaciones, una característica con la que Microsoft quiere poner un poco de orden en las actualizaciones de Windows 10 y Windows 11, especialmente en aquellas que vienen consideradas por defecto como opcionales.

Gracias a esa caducidad de las actualizaciones, Microsoft mejorará el rendimiento de Windows Update, y se procederá a la eliminación automática de las actualizaciones «de calidad» más antiguas que se encuentren en el servidor (quedarán marcadas como caducadas). Esto es algo muy positivo, ya que aquellas actualizaciones obsoletas y redundantes dejarán de estar disponibles, y se reducirá el tamaño de futuras actualizaciones.

Cuando decidamos actualizar no tendremos nada de lo que preocuparnos, ya que las actualizaciones más nuevas habrán sustituido a las más antiguas, y vendrán con todas las correcciones y novedades de las actualizaciones anteriores. No nos perderemos nada, y disfrutaremos de una gestión de las actualizaciones más eficiente y mejor ejecutada, tanto por consumo de recursos como por tiempos de descarga e instalación.

Bien por Microsoft en este sentido, aunque el gigante de Redmond todavía tiene pendiente una importante prueba de fuego con la primera actualización anual de Windows 11. Veremos si logra salir bien parado. Os recordamos, antes de terminar, que Microsoft también ha reducido en un 40% el tamaño de las actualizaciones en Windows 11.

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