Análisis
Max Payne 3, el regreso del mito
Max está de vuelta. Los chicos de Rockstar Games han recogido el testigo de Remedy y, lejos de cambiar la filosofía del original, nos traen una tercera parte que entusiasmará a los fans y sorprenderá a los que no conocían la franquicia. Así es Max Payne 3.
Lo primero que sorprende del juego es el cambio de escenario: por motivos que, obviamente, no vamos a revelar Max comienza su aventura en Sao Paulo, Brasil. Más allá del choque estético, el ambiente influye en el argumento y Payne se comporta como lo que es: una persona desubicada, en un país extranjero y donde no se siente nada cómodo. El punto de partida para un guión brillante, repleto de giros argumentales y que os invitará a seguir jugando para saber más sobre la historia.
Ficha técnica
A nivel técnico estamos ante uno de los mejores juegos de la generación. El motor de RAGE se ha exprimido para mover unos escenarios con un nivel de detalle casi enfermizo y mantener una tasa de frames estable incluso en los momentos más comprometidos. El hardware de las consolas (hemos probado la versión de Xbox 360) hace tiempo que se ha quedado corto para desarrollos de este calibre, por eso es justo reconocer el esfuerzo del equipo técnico por mantener la suavidad y evitar los parones en todo momento. Impresionante.
Conviene no llevarse a engaño: Max Payne 3 es un juego lineal, una mecánica absolutamente necesaria para que la historia transcurra como debe. Las opciones de exploración son mínimas, aunque se intenta paliar la sensación «pasillera» y aportar rejugabilidad con objetos y pistas desbloqueables. No hay sandbox por ningún sitio, lo cual no tiene porqué ser una mala noticia como demuestra el protagonista del análisis.
Max Payne 3 es, posiblemente, el shooter en tercera persona con mejor sistema de control. La respuesta de los mandos es precisa, el Bullet-Time es más espectacular que nunca y el nuevo sistema de coberturas (heredado de los últimos títulos de la casa) encaja perfectamente en el sistema de juego. Así, escenas como saltar por encima de un obstáculo mientras disparamos a tres enemigos y acabar recargando el arma no solo son posibles, sino accesibles a cualquier perfil de usuario. Es fácil sorprenderse haciendo maniobras impresionantes que salen de manera natural, gracias al trabajo de programación de rutinas que hay al servicio del espectáculo.
A diferencia de lo que ocurre con muchos títulos actuales, terminar Max Payne está lejos de ser un paseo. El juego ya supone un reto en el nivel por dificultad por defecto y no hay regeneración de salud automática (sí, hay que buscar botes de analgésicos). Los que ya tengan experiencia en shooters pueden empezar en Díficil, donde la IA muestra su mejor cara y el equilibrio del juego es total.
Con el objetivo de alagar más la vida del juego Rockstar ha implementado un modo multijugador. La novedad principal es la opción Guerra de Bandos, que toma escenas de la campaña de un jugador y enfrenta a dos equipos de ocho jugadores en un marco narrativo que cambia en función del resultado de cada partida. De nuevo, el excelente sistema de control es la base fundamental para que esta parte del producto funcione.
Conclusiones
Max Payne 3 es uno de los juegos del año. A un shooter de brillante factura debemos sumar un argumento espectacular, una dirección artística de 10 y una experiencia jugable que tienen poco que envidiar a las vacas sagradas del género. Una vez más Rockstar demuestra el valor de una buena producción y la importancia de pulir hasta el último detalle de los juegos que lanza para que nada falle. Sobresaliente, imprescindible y absolutamente recomendado.
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