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NSA triplicó el espionaje de llamadas en 2017 con 534 millones de registros

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NSA, la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense, recogió 534 millones de registros de llamadas y mensajes de texto el año pasado, más del triple de los 151 millones de registros obtenidos en 2016.

La Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI) ha publicado el eufemístico «informe de transparencia» sobre las actividades de la NSA. Es el segundo año completo desde que entraron en vigor las nuevas reglas de vigilancia Freedom Act implementadas para «limitar» sus actividades tras el enorme escándalo mundial producido por las revelaciones de Edward Snowde sobre sus prácticas.

Ciberespionaje masivo sin control judicial que le permitió acceder a todo tipo de datos personales y confidenciales de millones de usuarios utilizando cualquier medio. Desde operadoras de telecomunicaciones a grandes tecnológicas bajo el programa PRISM, metiendo puertas traseras en todo tipo de productos, instalando spyware en unidades de almacenamiento o hackeando al mayor fabricante mundial de SIMs.

Con semejante curriculum es difícil pensar que algo haya cambiado por mucho que el legislativo estadounidense aprobara una norma para limitar sus actividades. El aumento del número de registros en 2017 (el triple de los obtenidos en 2016) ha hecho saltar todas las alarmas. Robyn Greene, consejero de política en el Open Technology Institute, ha comentado que la prometida «transparencia de la comunidad de inteligencia todavía no se ha extendido a explicar los incrementos dramáticos en la recogida de datos».

En teoría, los registros incluyen «solo» metadatos, números de teléfonos de emisor y receptor y el tiempo de la llamada, sin acceso al contenido de la misma. En la práctica, es imposible saber si se recoge todo lo demás, contenido y posicionamiento GPS, obtenido de manera oficial o por otros medios como sospechan se realiza los grupos en defensa de la privacidad en Estados Unidos.

El informe también revela los registros de llamadas y mensaje de ciudadanos no estadounidenses, que ascendieron a 129.080 en 2017 en un incremento acumulado del 45% en los últimos años. Estas prácticas pueden realizarse legalmente bajo la Sección 702 de FISA, otra norma altamente controvertida porque los objetivos no tienen que ser sospechosos de terrorismo o espionaje, ni requiere que la NSA tenga aprobación judicial para apuntar a quien quiera en cualquier parte del mundo.

La privacidad al 100% es simplemente imposible en un mundo tan conectado y además, las fuerzas de seguridad tienen que contar con todo tipo de técnicas (legales) para proteger a los ciudadanos de los malos. El problema llega cuando estos programas de ciberespionaje se convierten en masivos y sin ningún tipo de control. No parece que las nuevas normas hayan limitado la capacidad de NSA para realizar sus prácticas.

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