Las contraseñas siguen siendo un problema: ¿cómo influye en tu red?

Ayer se celebró el día para modificar las contraseñas, un evento que según un estudio del Instituto Hasso-Plattner de Postdam (HPI) no solo tiene mucho sentido, sino que además es necesario para concienciar a los usuarios de la importancia que tienen las contraseñas en su día a día.

Las contraseñas han sido un compañero de viaje que nos ha acompañado durante largos siglos de historia, aunque es cierto que han adquirido un mayor protagonismo con el desarrollo tecnológico que hemos experimentado durante las últimas décadas.

Hoy las contraseñas coexisten con diferentes sistemas de autenticación biométrica, pero curiosamente su importancia no solo no ha decaído sino que se ha visto potenciada por las propias carencias que presentan dichos sistemas. Por ejemplo, algunos lectores de huellas dactilares se pueden vulnerar con copias de huellas dactilares del usuario impresas sobre materiales concretos para simular la textura del dedo, y los sistemas de reconocimiento facial y los de escáner de iris también pueden ser superados con este tipo de artimañas.

Con esto en mente no es extraño que la idea de utilizar un sistema de autenticación biométrica y respaldarlo con una buena contraseña esté en auge. Si dicho sistema falla la contraseña frenará al intruso, siempre que ésta cumpla con unos requisitos mínimos y no sea insegura.

Contraseñas inseguras: un problema muy grave

La problemática de las contraseñas inseguras no es un tema nuevo. Lleva con nosotros muchos años, y curiosamente no solo se resiste a desaparecer, sino que hay momentos en los que parece que los intentos de concienciación están siendo un fracaso.

Antes de nada es importante definir qué entendemos como contraseña insegura, ya que así sabremos qué medidas debemos llevar a cabo para empezar a utilizar solo contraseñas que sean realmente seguras.

Podemos decir que una contraseña es insegura cuando cumple al menos uno de los siguientes puntos. A más puntos cumpla, más insegura resulta:

• Patrones muy simples que son los primeros que se utilizan en ataques de fuerza bruta. Por ejemplo, la contraseña «123456» y sus derivados.
• Contraseñas muy cortas y que forman frases muy simples. Por ejemplo «red car» y similares.
• Contraseñas que contienen nuestros datos, número de teléfono, fecha de nacimiento u otra información que se podría encontrar en redes sociales.
• También son inseguras las contraseñas muy cortas, las que no mezclan números, letras y caracteres especiales y aquellas que se encuentran en las bases de datos que utilizan los cibercriminales que recurren a ataques de fuerza bruta.
• Las contraseñas que traen los routers por defecto, ya que se pueden encontrar también en bases de datos para lanzar ataques de fuerza bruta.

Las contraseñas en tu red doméstica y empresarial

Actualmente la seguridad de nuestra red inalámbrica depende en gran medida de la contraseña que utilicemos. Dejar la contraseña que trae por defecto es mala idea, y tampoco debemos caer en los errores que hemos indicado en los puntos anteriores.

Para cambiar la contraseña sólo tenemos que entrar en la configuración de nuestro router introduciendo 192.168.0.1 (o 192.168.1.1) en la barra de búsqueda del navegador. Una vez ahí se nos pedirá el usuario y la contraseña para poder entrar al menú principal, donde tendremos que buscar la opción correspondiente y modificarla. También es imprescindible  cambiar el usuario y la contraseña que vienen por defecto asociadas al router.

AVM es consciente de la importancia de la contraseña en lo que a redes se refiere, y por ello todos los routers FRITZ!Box están protegidos de fábrica con una clave de la red inalámbrica que se establece de forma aleatoria.

Si crees que has podido sufrir el robo de una o varias contraseñas te invitamos a realizar el test del Instituto Hasso-Plattner de Postdam.

Contenido ofrecido por AVM FRITZ!