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¡Dejadnos jugar tranquilos!

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¡Dejadnos jugar tranquilos!

[Opinión] Procuro jugar todos los días. A veces no lo consigo, otras veces me tengo que conformar con cinco o diez minutos de juego casual en el móvil, y algunos días (los menos) sí que me puedo dar un buen homenaje. Según el recuento que hace GOG Galaxy de mis colecciones digitales para PC tengo más de 1.150 juegos, a los que hay que sumar los que he ido comprando durante décadas en físico, los de las consolas que han ido pasando por mis manos, los que he comprado en la App Store y en Google Play… en fin, que tengo más juegos de los que, probablemente, podre llegar a disfrutar a lo largo de toda mi vida.

Jugar, como prácticamente cualquier otra actividad lúdico-recreativa es un hábito sano y saludable, que practicado con cabeza y mesura aporta mucho a las personas, tanto física como mentalmente. Y esto no lo digo solo yo, hay muchos estudios que lo demuestran, tirando de este modo por tierra las estúpidas teorías que equiparan jugar con consumir drogas y otras adicciones. No es que jugar sea compatible con llevar una vida sana y completa, es que en muchos casos forma parte de la ecuación para lograr tal resultado.

Esta misma semana te contábamos que Willis Gibson, un muchacho de 13 años, ha logrado «acabarse» el Tetris original de NES, publicado en 1985. Puedes ver el vídeo completo sobre este párrafo (son casi 42 minutos, con la partida y su reacción al lograrlo, que empieza en el el minuto 38.25), y la mezcla de extenuación, incredulidad y alegría que demuestra me parecen, sin ápice alguno de duda, totalmente comprensibles. Y si a esto añadimos que le dedicó este logro a su padre, fallecido el pasado mes de diciembre, pues como resultado nos sale una historia realmente conmovedora. No sé tú, pero yo me alegro mucho por el joven Willis, por su logro y porque pudiera dedicárselo a su difunto padre.

Esta debiera ser una de esas pocas historias que generan consenso, en las que la opinión unánime debiera ser algo así como «¡Bien por Willis, me alegro mucho por él, he visto el final de la partida y es alucinante!». Debiera, pero no lo es. La presentadora de Sky News Jayne Secker, en un informativo de la cadena y tras informar sobre este logro, no se quedó con las ganas de dar su opinión. Te recomiendo que tengas una bolsa a mano, porque posiblemente te entren ganas de vomitar:

«Como madre, simplemente [te] diría que te alejes de la pantalla, salgas y tomes un poco de aire fresco. Vencer al Tetris no es un objetivo en la vida.»

A lo que yo le respondería:

«Como adulto que juega desde hace décadas, simplemente [te] diría que te alejes de la demagogia, salgas y aprendas un poco. Ser imbécil y tener la mente más cerrada que la oficina de un banco un domingo por la noche no es un objetivo en la vida.»

Hay estereotipos muy tóxicos y que se perpetúan. Ya en los ochenta recuerdo haber escuchado más de una vez aquello de que los matamarcianos me iban a fundir el cerebro, que saliera a la calle que era mucho más saludable. Y me tocaba mucho la moral, porque ya lo hacía, porque jugar era, y sigue siendo, totalmente compatible con practicar otras muchas actividades. Que sí, estamos de acuerdo, hay personas que se pueden llegar a obsesionar, y por eso es importante la mesura, pero no puedo dejar de imaginarme a la tal Secker en su casa, tras ese día de trabajo, pensando en lo ingeniosa que ha sido con ese comentario mientras da buena cuenta de la segunda copa de un buen Chardonnay.

No sé si lo hizo en relación con esta polémica, o si simplemente lo hizo por crear la suya propia, el siempre irreverente y absolutamente genial Andrés Trasado (el influencer cultural definitivo) publicaba ayer un tweet que, como ya es común, indignaba a muchas personas (desconocedoras, claro, de la naturaleza de esta cuenta de Twitter), que se sentían directamente atacadas por una afirmación muy relacionada con lo que nos ocupa:

El maestro Trasado es un provocador en estado puro, una piraña en un estanque de pequeños, inofensivos y adorables pececitos de colores, un experto en disociar significado y significante, expresando una opinión en un texto que parece decir lo contrario (hay que conocerlo para entender esto, eso sí). Porque Trasado juega, a Trasado le gusta jugar, y es común encontrar publicaciones suyas en las que habla de juegos tanto actuales como del pasado.

Este mensaje de Trasado está muy bien tirado, no obstante, porque bebe de una corriente de opinión todavía existente y más común de lo que cabría imaginar. Una escuela de pensamiento que considera que cualquier formato de entretenimiento ideado después de la segunda revolución industrial es nocivo, que la única manera de disfrutar de la vida y de los tiempos de asueto de forma sana es «salir a la calle». Sí, aunque sea a una de las laterales de la M-30 a respirar dióxido de carbono como si estuvieras chupando un tubo de escape.

A esas personas, a todas esas personas, las que no conciben que es perfectamente compatible dedicar tiempo a jugar con dedicar tiempo a salir al campo, a leer, a ver películas y series, a cocinar, a aprender otro idioma… y por supuesto, a esas personas que, en 2024, siguen diciendo eso de «es que los marcianitos te van a fundir el cerebro», la única respuesta que se me ocurre, sin faltarles al respecto (y no por falta de ganas, debo aclarar) es aquella con la que arrancaba esta reflexión: ¡Dejadnos jugar tranquilos!

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

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