Guías
Guía: Todo lo que debemos tener en cuenta al comprar un procesador
Elegir bien al comprar un procesador es complicado, pero acertar totalmente con la elección lo es todavía más.
Número de núcleos, frecuencias de trabajo, socket, tecnologías adicionales… Son muchos los elementos que hay que tener en cuenta, tantos que muchos usuarios, sobre todo los más experimentados, pueden llegar a confundirse y acabar con un producto muy bueno entre sus manos, pero también muy y caro y que no aprovecharán en absoluto, o quizás todo lo contrario.
Con esto en mente hemos querido hacer esta guía, donde expondremos los aspectos más importantes que debemos tener en cuenta para acertar con la compra de un nuevo procesador.
El IPC: ¿qué es y por qué importa?
Como anticipamos de cara a elegir un procesador hay muchos elementos que debemos tener en cuenta, más allá del número de núcleos y de la frecuencia de trabajo del mismo.
En primer lugar tenemos el IPC, que en español significa instrucciones por ciclo de reloj. Como su propio nombre indica el IPC determina la cantidad de instrucciones que es capaz de ejecutar el procesador por cada ciclo de reloj. Obviamente a mayor IPC, mayor rendimiento del procesador.
Sí, sé que os preguntáis si realmente el IPC es tan importante, y lo cierto es que sí, afirmación que ilustramos con una imagen en la que podéis ver el rendimiento de diferentes procesadores en Cinebench 11.5, donde queda clara la relevancia de un mayor o menor iPC.
En ambas comparativas todas las CPUs expuestas trabajaron con un sólo núcleo a una frecuencia de 3 GHz, pero unas rinden más que otras. ¿Quién tiene la culpa de esto? El IPC.
A día de hoy los procesadores de Intel son los que ofrecen un mayor IPC, algo que por ejemplo en juegos redunda en tasas de FPS más estables, esto es, menos picos y menos caídas de FPS.
Número de núcleos.
Hoy en día muchas de las aplicaciones existentes, tanto profesionales como de consumo general, sacan provecho de los procesadores de cuatro núcleos.
Sí, ese es el punto «óptimo» que existe actualmente, los procesadores de cuatro núcleos, puesto que si subimos el número de núcleos la cifra de aplicaciones capaces de aprovecharlos se reduce de forma drástica.
Esto quiere decir que si un usuario normal compra un procesador de ocho núcleos no logrará aprovecharlo al cien por cien, al menos a corto y probablemente medio plazo, lo que supone que habrá invertido una gran cantidad de dinero en algo que no le ha reportado un beneficio real y que, muy probablemente, estará desfasado para cuando realmente existan aplicaciones que saquen partido a tantos núcleos.
Así una CPU Intel Core i5 con cuatro núcleos reales basada en Haswell es la mejor elección a día de hoy si queremos montar, por ejemplo, un PC para jugar.
Imagino que con mi afirmación a nuestros lectores que usen el PC principalmente para jugar les habrá surgido otra nueva pregunta: ¿No sería mejor apostar por un FX-8350 de cuatro módulos y ocho núcleos? sobre todo tras la llegada de PS4 y Xbox One, que montan APUs de ocho núcleos.
La respuesta no es fácil, ya que no se limita a un sí o un no tajante. Un FX-8350 no es una mala elección, sobre todo teniendo en cuenta la base de ambas consolas de nueva generación, pero un Core i5 Haswell es la mejor opción.
¿Motivos? Es una CPU con un IPC bestial que vas a aprovechar hoy y mañana, no sólo mañana, pero además no desmerece frente a la APU de PS4 y Xbox One, ya que su IPC es muy superior y su frecuencia de trabajo base, es decir sin overclock, es el doble de alta que la de dicha APU.
Lo dicho se traduce en algo muy sencillo, un Core i5 Haswell es muy superior a la APU que montan ambas consolas.
Memoria caché L3.
Uno de los grandes desconocidos. La memoria caché L3 llegó como algo «revolucionario» de la mano del Pentium 4 Extreme Edition de Intel allá por 2003.
Dicha CPU contaba con 2 MB de caché L3 y como podemos ver en la gráfica lograba marcar una diferencia considerable. A día de hoy la mayoría de las CPUs que ofrecen Intel y AMD cuentan con memoria caché de tercer nivel, así que este punto no resulta conflictivo.
Bien pero, ¿qué es la memoria caché L3? La memoria caché de tercer nivel es una pequeña reserva de memoria que incorpora el procesador, mucho más rápida que la memoria RAM, y que sirve para evitar tareas de procesador redundantes. Esto quiere decir, en resumen y sin entrar en complicaciones, que la caché L3 guardará datos y operaciones ya realizadas por el procesador, de forma que éste podrá tirar de lo almacenado en dicha memoria y evitará tener que volver a procesar esa información.
Frecuencia de trabajo.
La frecuencia de trabajo es otro de los elementos que determina el mayor o menor rendimiento del mismo, aunque actualmente los beneficios que reporta están directamente vinculados al IPC del procesador.
Como podemos ver en la tabla que acompaña este apartado en la gama FX de AMD una mayor o menor frecuencia de trabajo tiene un gran impacto, mejorando el rendimiento de forma considerable.
Así, un Phenom II X4 a 3,7 GHz ofrece la misma tasa de fotogramas en Crysis 3 que un Core i7 920 a 2,66 GHz. ¿Los motivos? El mayor IPC de la solución de Intel.
Queda claro que la frecuencia de trabajo importa, y dado que la misma puede ser modificada resulta conveniente buscar procesadores que vengan con el multplicador desbloqueado, algo que podemos identificar en las CPUs Intel por el distintivo K, mientras que en AMD toda su gama FX viene desbloqueada.
La GPU integrada.
Para algunos usuarios, sobre todo aquellos con presupuestos limitados o que no quieran montar un PC para jugar, la GPU integrada de un procesador puede ser más que suficiente o servir como una solución temporal.
En este sentido Intel ha mejorado mucho con las nuevas HD serie 4000 y 5000, pero las GPUs integradas de AMD siguen estando muy por encima.
Dicho esto la elección depende de vuestras necesidades y de lo que queráis hacer con el equipo.
Así, si no vais a montar una GPU dedicada en un futuro y queréis gastar lo menos posible, pero sin renunciar a una solución potente y capaz de rendir bien incluso en juegos exigentes lo mejor es optar por una APU de AMD.
HyperThreading y otras tecnologías.
Actualmente Intel sigue ofreciendo la tecnología HyperThreading en sus Core i7 y gama Xeon. Esta tecnología simula dos procesadores lógicos dentro de un único procesador físico, es decir, cada núcleo físico es capaz de manejar dos hilos.
Gracias a esto un procesador de cuatro núcleos es capaz de manejar ocho hilos, algo que en casos concretos puede aumentar el rendimiento, pero que de momento no ofrece una utilidad real fuera de ciertos entornos profesionales.
Por su parte AMD ha optado por una estructura módulos-núcleos, lo que supone que sus CPUs actuales pueden inducir a error a los consumidores.
Lo ilustramos con un ejemplo. Un FX-8350 tiene cuatro módulos completos y ocho núcleos de enteros, es decir, no son ocho núcleos completos, puesto que cada dos núcleos de enteros comparten un núcleo de coma flotante.
Por último debemos destacar en este apartado el proceso de fabricación del procesador, ya que del mismo dependen aspectos como el calor generado y el consumo. Esto quiere decir que a mayor tamaño de fabricación mayor consumo y calor, por regla general.
A día de hoy la gama Haswell de Intel está fabricada en proceso de 22nm, mientras que los FX de AMD se mantienen en 32nm y, en consecuencia, consumen más y son más «calentorros».
Notas finales.
Tras leer la guía debéis pensar qué uso le vais a dar al equipo donde vais a montar vuestro nuevo procesador, ya que como dijimos la elección de uno u otro dependerá en definitiva de vuestras necesidades.
Hecho esto entra en juego vuestro presupuesto, segunda pieza clave, tras lo cual podréis aplicar las directrices expuestas en esta guía, que espero os hayan resultado de utilidad.
Sin más os invito a dar vuestra opinión en los comentarios y a exponer vuestras dudas.
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