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El precio de los smartphones seguirá subiendo de forma sostenida

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Galaxy Note 9

Los smartphones se encuentran en una etapa bastante complicada que sin duda merece una pequeña reflexión. A día de hoy es el dispositivo más popular en el sector de consumo general, todo un logro que hace unos años nos habría parecido prácticamente imposible.

En general los smartphones son dispositivos fáciles de utilizar, ofrecen una gran cantidad de funciones y además tienen precios de partida muy económicos. La llegada al sector de nuevos jugadores y el empuje de los vendedores chinos ha dado forma a un sector muy competitivo, y eso ha beneficiado al consumidor.

Actualmente es posible encontrar smartphones con un buen nivel de prestaciones a precios muy razonables, pero los modelos de gama alta han mostrado una tendencia clara: son cada vez más caros, una realidad que según los principales analistas no sólo no va a cambiar a corto o medio plazo, sino que además podría acabar extendiéndose a los modelos de gama media.

¿Qué está ocurriendo?

Lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de hablar del precio de los smartphones es el coste de materiales. Un dispositivo móvil está fabricado con una serie de componentes entre los que destacan el SoC, la memoria RAM, la pantalla, las cámaras y la memoria NAND Flash que actúa como sistema de almacenamiento.

Pues bien, el coste de buena parte de esos componentes se está elevando de forma significativa, lo que acaba afectando al precio que deben asimilar los vendedores y que al final se acaba repercutiendo en los consumidores. La memoria DRAM es el máximo exponente ya que durante los últimos meses se ha encarecido de forma alarmante, pero los paneles OLED han corrido la misma suerte el salto de Apple con el iPhone X.

Si el precio de los componentes sigue subiendo y afecta sobre todo a componentes propios de la gama alta es normal que los smartphones de dicho rango sean cada vez más caros, aunque ésta no es la única razón que debemos tener en cuenta.

Nuevas funciones para justificar un mayor precio

Apple rompió la barrera de los 1.000 dólares con el iPhone X, un terminal que fue toda una revolución en el catálogo del gigante de Cupertino. Estrenó diseño y formato (19:9) y contribuyó a popularizar la polémica muesca superior, pero además marcó el salto de los de la manzana a los paneles OLED y supuso la llegada de Face ID, un sistema de autenticación biométrica que utiliza sensores 3D para ofrecer un reconocimiento facial altamente fiable.

Ese conjunto de novedades supuso un encarecimiento notable del coste de producción del terminal y acabó afectando al precio de venta. Muchos analistas se mostraron dudosos sobre el efecto que podría tener la barrera psicológica de los 1.000 dólares en los consumidores, pero los resultados son claros: es cierto que las ventas del iPhone X no cumplieron con las expectativas de Apple, pero han sido muy buenas.

Según los expertos esos buenos resultados han confirmado a los vendedores que los consumidores están dispuestos a pagar más por terminales que cuenten con nuevas funciones que puedan justificar el aumento del precio, y desde luego tienen una base clara sobre la que apoyar esa opinión. Por ejemplo el Huawei P20 Pro tiene una configuración de triple cámara trasera que ofrece un valor claro al usuario, pero al mismo tiempo eleva su coste de producción y su precio de venta.

Algunos analistas han llegado a comentar que no se sorprenderían si Apple decidiera vender el modelo base del iPhone X Plus 2018 a 1.200 dólares. Creen que habría revuelo en medios y redes, pero que la gente acabaría comprándolo igualmente.

Otras empresas como OnePlus han ido subiendo el precio de venta de sus smartphones tope de gama durante los últimos años hasta llegar a duplicarlo, una realidad que otras empresas como Xiaomi han podido mantener bajo control reduciendo sus márgenes de ganancias.

¿Dónde está el límite?

Es una buena pregunta, ¿cuánto está dispuesto a pagar un usuario por un smartphone de gama alta? Por más que intentemos encontrar una respuesta universal y absoluta no lo lograremos, ya que no existe un perfil único de consumidor y por tanto hay muchas variables.

La mayoría de los consumidores valoran la relación calidad precio de un smartphone, eso no admite discusión, pero éste gadget se ha convertido en un indicador de estatus y eso hace que muchos estén dispuestos a pagar un plus por diferenciarse de la mayoría, incluso aunque no vayan a utilizar las nuevas funciones o características de ese terminal de 1.000 dólares-euros que van a comprar.

Al final todo depende del presupuesto de cada usuario, de sus necesidades y de esa idea de «estatus» a la que hicimos referencia, pero es indiscutible que la idea de pagar 600 euros o más por un smartphone se ha «normalizado» y que esto está teniendo consecuencias en la aceptación de la llegada de terminales cada vez más potentes y más completos, pero también más caros.

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